Capítulo 16

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— Ay mami me estrangulas

Rodé los ojos sonriendo ante el ceño fruncido de Oliver, estaba terminando de ponerle la pajarita al cuello mientras se quejaba de que esta le apretaba, era un exagerado.

— Oliver estate quito, déjame terminar y deja de quejarte

cruzó los brazos dándome una mirada que desprendía intimidar, igualita a al de su padre, solo que en un niño de cinco años era más adorable que otra cosa.

— Listo —sonreí satisfecha al verle así vestido, llevaba un traje de color azul de su tamaño con tirantes , camisa blanca y pajarita de color verde a juego con su primo Dexter. Mientras que Clara llevaba un vestido de gasa blanco con flores verdes, todo a petición de la novia.

— Estas guapa mami

— Gracias mi vida, ahora veámonos antes de que lleguemos tarde

Estábamos en casa de Alan y Gadea, ella nos había pedido que sí podíamos pasar allí la noche junto a los niños sus hermanas, madre y sobrinos. Todos los niños iban vestidos igual, haciéndome recordar a los niños de las bodas de la realeza británica.

— ¡Dios mío pero que niño más guapo!— chilló la madre de gatea en dirección a Oliver quien no tardo en ponerse colorado cuando todas las miradas se dirigieron a el— y la madre otro nivel, el rosa sin duda es tu color querida— dijo esta guiñándomelo un ojo

La verdad nunca me habría a atrevido a ponerme un vestido así, pero todas habían insistido. Era satinado de color fucsia ajustado al cuerpo con solo un manga enferma de campana y largo hasta la mitad de las espinillas, junto con unos tacones color nute.

— ¿Como se dice Oliver?

— Gracias— susurro este

Haciendo sonreír a la mujer que se acercó a darle un beso a la mejilla

— Tenéis un hijo precioso Ian y tu querida— ahora era mi turno de ponerme colorada

— Lo mismo digo de sus hijos y nietos, son todos demasiado guapos

— Que puedo decir cariño, sacaron de mi la belleza

— Espero que papá no escuche que dices eso mamá— Dijo Gadea divertida mientras que bajaba por las escaleras ya vestida haciendo que todos quedáramos con la boca abierta

—¡Mami!

Un Dexter sonriente salió corriendo de entre sus primos en dirección a su madre, quien no se preocupo en cargarlo a pesar de las quejas de todas por la posibilidad de manchar el vestido, el pequeño rubio oculto la cara en la curva de su cuello sin dejar de sonreír.

— Mi pequeño rayo de sol, estas precioso— dijo la pelirroja besando su cabeza

Sin duda era una imagen preciosa, que el fotógrafo no tardó en capturar.

Saltamos del susto cuando escuchamos unas palmadas haciéndonos girar hacia la puerta donde el señor Campbell se encontraba mirando a su hija con una sonrisa.

— Señoritas y tropa infantil, es hora de irse

Se acercó. darle un beso a su hija que le miraba sonriente y a su nieto, salí de la casa junto a Oliver que no soltaba mi mano para dirigirnos al coche en el que un chofer sujetaba un cartel con los nombres d ellas personas que íbamos en él, en nuestro caso Oliver y yo iríamos solos, pasé al lado de Robert quien esperaba por su mujer he hija al lado de su camioneta.

— Hola Robert— dije de manera tímida, Melissa me había preguntado si podía contarle lo que hablamos a Robert, sabía que él no me odiaba, pero así podía saber el por qué del cambio repentino de actitud de su esposa.

— Hola bella dama— dijo guiñándomelo un ojo mientras revolvía los rizos de Oliver que me habían sido imposible de peinar

dejé que Oliver montara primero sorprendiéndome la velocidad con la que entro

— ¡Papá!

Me congelé en el sitió cuando le escuche y vi al hombre que se encontraba sentado en la parte trasera de la camioneta, Ian Black, tuve que pellizcarme varias veces el brazo de manera disimulada para asegurarme de que no estaba soñando ¿Qué hacía él aquí? Aunque no tarde en olvidar esa pregunta cuando me fije en el, tenía el aspecto de un dios, pero no un dios griego como podía ser su hermano Alan, si no más bien como un dios nórdico, poseía esa belleza salvaje y a la vez siniestra que desde siempre me había atraído.

— ¡Mami sube!— reaccione ante el grito de Oliver y subí a trompicones hasta estar sentada al lado de mi hijo que jugaba con el móvil de su padre distraído ¿cuándo se lo había dejado?

— Oliver...

— Déjale que se distraiga con el teléfono hasta que lleguemos, la ceremonia será larga y se aburrirá— tragué en seco cuando su voz llegó a mis oídos.

— ¿no deberías de estar con tu prometida?— pregunté con los dientes apretados

— Esta con Arthur ambos viajaron por negocios cuando su padre se lo pidió— como olvidar que el maldito de Arthur y esa bruja eran hermanos— supongo que están ya en la iglesia

Asentí de manera desinteresada, como si sus palabras me dieran igual mientras utilizaba mi móvil para asegurarme de que nada del maquillaje se había movido de su sitio. Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando me sentí observada, Ian no dejaba de mirarme de manera directa, ni si quiera intentaba ocultarlo

— ¿Tengo monos en la cara o qué?

— No, simplemente te ves preciosa

¿Cómo dices que dijo?, en ese momento mente en arrojarme por la ventana antes de desmayarme o tirarme sobre él para besarlo, pero me limite a apretar las manos alrededor del móvil intentando contener el sonrojo que amenazaba a mis mejillas.

— Gracias— susurré

— ¡Yo le dije lo mismo papá!— nuestro hijo hablo por primera vez en todo el camino, olvidando su juego, sabía que se estaba enterando de todo lo que pasaba a su alrededor, pues era un pequeño cotilla.

— ¿Sí?— pregunto Ian

— ¡Si! mami aprece un princesa, no espera... ¡una reina!

— Tienes toda la razón hijo

Como no llegaremos ya a la iglesia tendría un infarto en ese coche y en vez de asistir a una boda tendrían que asistir a un funeral.

Antes de que Ian pudiera decir nada, el chofer nos indico que ya habíamos llegado, por lo que salte, literalmente, del coche arrastrando a Oliver conmigo, pero no llegué muy lejos cuando una mano se agarró a mi brazo haciendo que soltara al niño quien corrió en dirección a su prima cuando esta le llamo

— No intentes huir de mi Petra, tu y yo tenemos mucho de que hablar— dijo de manera amenazante

— No tenemos nada que hablar señor Black

Apretó la mandíbula haciendo que esta se marcara más, no era el único que podía poner cara de perro y él lo sabía.

— ¡Ian!— él gritó de Antonella nos hizo separarnos cuando esta se lanzó a sus brazos seguida de un Arthur que me miraba de manera psicopata.

Me di la vuelta para entrar al lugar pisando fuerte y con la cabeza bien alta, no iban a conseguir hundirme, no esta vez

La caricia de la ira (#3SPC)Where stories live. Discover now