Capítulo 11

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— ¡Mami!

Centré toda mi atención en Oliver cuando corrió en mi dirección escapando de las garras de esa víbora

— Hola mi vida

— ¡Has venido!

— Claro que si cielo, te dije que vendría

Me abrazó más ocultando su cara en mi cuello dejándome oler aquella fragancia que tanto le caracterizaba.

— Pero que guapo estas

Dio una vuelta sobre sí mismo riendo mientras me mostraba el pequeño traje que su padre le había puesto.

— Petra

Levante la mirada encontrándome con la de Ian que me miraba serió.

— Hola Ian

— Me alegro de que hayas podido venir

Asentí no muy segura de como tomarme sus palabras

— ¿Ves papá? te dije que mamá siempre cumple sus promesas ¿verdad mami?— Oliver levanto su dedo meñique esperando que lo entrelazara con el suyo, igual que hacía con Ian cuando éramos novios.

— Cierto corazón.

— Petra querida— la irritante voz de Antonella me sacó de mis pensamientos cuando apareció con una sonrisa falsa al lado de Ian enganchándosela a su brazo como una lapa.

— Antonella

— Cuanto tiempo madre mía— me miró de arriba a abajo— veo que no has cambiado nada

— Tu igual, querida— esto último lo dije con algo de desdén

Me dedicó una sonrisa falsa y de superioridad, iba vestida con un vestido midi negro ajustado con un gran volante de color blanco en uno de los hombros y el pelo recogido en una coleta de caballo totalmente lisa.

— Bueno, vamos a sentarnos, la cena ya esta lista— dijo Alan con una gran sonrisa dejando un beso en mi mejilla intentando quitarle tensión al momento.

Me senté al lado de Gadea quien me guiño un ojo, dejando enfrente a Ian y a Antonella.

La cena estaba siendo de lo más tensa, las únicas personas que me dirigían la palabra eran Gadea y Alan incluyéndome en las conversaciones, pero ninguno más de los presentes se dirigía a mí.

— Petra querida— dijo Antonella haciendo que todos desviaran su atención a nosotras— que hay de ti ¿conseguiste ser una mujer de negocios super exitosa como decías en la universidad?

Apreté los puños debajo de la mesa, lo estaba haciendo aposta, sabía de sobra que ni si quiera había podido terminar mi carrera.

— No— conteste de manera cortante

— Una pena querida, pero bueno es lógico la gente corriente por mucho que sueñe no puede llegar al nivel de alguien que sí es importante.

Si antes quería arrancarle esas extensiones que llevaba ahora quería sacarle los ojos.

— Me sorprende que hables de eso cuando tu solo has tenido que decir tu apellido en todos lados para ser alguien

Abrió los ojos con sorpresa sacándome media sonrisa, sentí a Gadea a mi lado aguantarse la risa ante mi comentario y la reacción de esa mujer.

— Bueno, tu solo tuviste que acostarte con Una para tener la vida asegurada gracias a ese crío

— ¡No metas a mi hijo en eso maldita arpía!— dije sobresaltando a todos los presentes— Oliver es mi hijo y lo amo con todo mi corazón el dinero de su padre me importa un bledo.

— Oh por favor, no te lo crees ni tu eso; te aprovechas d ella pensión que le manda al niño para darte la vida de lujos que nunca pudiste tener

eso fue la gota que colmo el vaso, me levanté de golpe dejando la silla caer hacía atrás; me daba igual las personas que estuvieran allí, esto ya era algo personal.

— No tienes ni puta idea de una mierda Antonella, pero si tan intranquila estas con lo que hago con el dinero de tu prometido, yo te lo cuento— me incline sobre la mesa para tenerla más cerca— mi casa es un apartamento de cincuenta y cinco metros cuadrados con más años que mi abuela, trabajo como camarera para poder pagar el alquiler y mi comida, por que si todo aquello que Oliver necesita como ropa, su comida, el colegio, etc utilizo paréate del dinero que su padre le manda por que para eso lo manda; en mi puta vida he tocado ese dinero para algo que no sea nuestro hijo, incluso la comida la compro diferente pagándola con dinero diferente así que metete tus opiniones por donde te quepan y como vuelvas insinuar cualquier cosa sobre mi o mi familia créeme que no seré tan buena como hasta ahora

El lugar quedó en silencio, me permití desviar la mira hacia los presentes viendo como la familia de Ian me miraba sorprendida y después hacia el que no se había metido en ningún momento en la discusión, me miraba fijamente.

— Me largo— agarré el bolso y salí disparada del salón en dirección a la puerta, mis tacones resonaban por aquel suelo que tanto había pisado hacía años.

Salí en dirección al jardín delante dejando que el frio aire me abofeteara, pero no llegue muy lejos cuando escuché la voz de Ian.

— ¡Petra!— me giré para mirarlo, venía agitado, al parecer había salido corriendo detrás de mí.

— Déjame en paz Ian

— No, no te puedes ir así Oliver...

— ¡Oliver estará bien, para eso esta contigo joder!— grité intentando no llorar cuándo sentí cómo mis ojos se llenaban de lagrimas

— Es de noche, hace frío y...

— Deja de intentar aparentar que te preocupas por mi, vuelve con tu maldita familia y olvídate de mi

Sabía que mis palabras habían caldo en él.

— ¡No puedes venir a mi casa montar un espectáculo he irte de rositas, maldita sea!— gritó, respiré hondo intentando no alterarme, sabía de sobra que si le seguía el juego la cosa no acabaría bien.

— Ya vale Ian— dije en voz baja

— ¡No!, ¡No puedes volver a aparecer en mi vida así como así, no puedes venir cuando te de la gana sin consultar antes y esperar que todo este bien y menos puedes soltar cosas como las que has soltado ahí dentro como si fuera lo más insignificante del mundo joder!

Se agarró del pelo dandole una patada a una maceta haciendo que saliera disparada y se hiciera añicos al chocar contra el suelo.

Apreté los ojos y respiré hondo antes de acercarme a él, se había sentado en el suelo con las rodillas flexionadas y la cara enterrada en ellas. Conocía el trastorno explosivo de Ian, había tenido que convivir con ello los años que estuvimos juntos, de hecho era a la única persona a la que no le asustaba por qué sabía que solo era como un niño asustado.

Me agaché a su altura y coloqué mis manos sobre las suyas lentamente haciendo que diera un pequeño salto.

— Ian mírame por favor— negó con la cabeza sin ceder a levantarla

Apreté los labios haciendo trabajar a mi cabeza a toda velocidad recordando las veces que le calme, hacía años que no tenía que hacerlo, puesto que a pesar de su miedo Oliver no heredo eso de él.

— Vida por favor levanta la cabeza— eso pareció activar algo en su cabeza haciendo que se levantará d golpe y me mirara fijamente a los ojos, la ultima vez que el había llamado así fue antes de que todo estallara

Pegué su cabeza a mi pecho acariciándole el pelo sintiendo como aferraba sus manos a mi cuerpo apretando fuerte como si se fuera a caer.

Tenía que admitirlo, le había extrañado.

La caricia de la ira (#3SPC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora