Capítulo 1

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Sonreí por ultima vez escuchando la voz de Oliver sin poder evitar sonreír mientras me cuenta cómo le fue en su ultimo partido de futbol.

¿Y sabes qué papá?— dijo emocionado

— No, cuéntame

¡Yo fui el que metió el gol que nos hizo ganar!— chilló eufórico.

— ¡Eso es genial hijo!— dije emocionado a la vez que contenía una mueca por no haber podido esta ahí con él.

¿Vendrás a mi próximo partido?— me preguntó esperanzado.

Cerré los ojos y suspire pesadamente, no quería prometerle algo que no sabía si podría cumplir, me acerque al escritorio y busque la fecha en mi agenda.

— Oliver...

Escuché su suspiro de decepción.

Da igual

— No Oliver... hijo escúchame...— se escuchó silencio total y despegué el móvil de mi oreja para ver si había colgado, pero todavía seguía en llamada— ¿Hola?

¿Se puede saber qué narices le has dicho para que me haya gritado antes de encerrarse en su habitación?— bufé exasperado al escuchar la voz de esa... de esa... la madre de mi hijo

— Me preguntó si podría ir a su siguiente partido ¡¿Pero adivina qué Petra?! ¡No puedo ir a verle por qué no puedo marcharme una semana a Madrid!— exploté, quería intentar controlarme, pero solo con saber que estaba al otro lado del teléfono me hervía la sangre.

¡No me grites Ian! y no es mi puto problema que sea un padre ausente que...

— ¡¿Padre ausente?! ¡Yo no fui el hijo de puta que decidió volverse a su país con su hijo importándole una mierda que su padre no estuviera allí!— grité lanzando un vaso contra la pared seguido de una botella.

¡Soy su madre! ¡Y sé lo que es bueno para él!

— ¡Y yo su padre maldita desgraciada!

Vete a la puta mierda Ian— dijo en español.

Antes de poder volver a gritar el pitido del teléfono me aviso de que había colgado, grité frustrado y tiré todo lo que había encima del escritorio antes de darle varios golpes que terminaron por quebrar el cristal.

Me pase las manos por el pelo poniéndolo hacía atrás respirando agitadamente para después sentarme y morderme el pulgar dandole vueltas al asunto, a veces me preguntaba como me había podido llegar a enamorar de esa mujer, era una maldita...

Jamás pensé que acabaríamos así, con un hijo ,de ahora cinco años, y gritándonos barbaridades por teléfono. Empezamos a salir cuando estábamos en la universidad, yo haciendo ultimo curso y ella empezando su primer año. Llamo mi atención desde el primer momento en que la vi, era diferente a las otras chicas de la universidad, ella no se me quedaba mirando embobada, ni siquiera me dirijo una mira la vez que chocamos en el pasillo. Estuvimos saliendo hasta que ella llego a su ultimo año de carrera, en ese momento nuestra relación comenzó a tambalearse. Mis problemas de ira aumentaron, incluso llegue a engañarla tres veces y ella me perdono. Nuestra relación era... demasiado tóxica.

Oliver apareció tiempo después de haberlo dejado cuando nos encontramos en un pub borrachos y nos acostamos. Al principio ella permaneció aquí, pero terminó tan quemada por la prensa y nuestra relación de mierda, que en ese momento solo era cordial por el bien del niño. Cuando Oliver cumplió los tres años se volvió a España sin preocuparse de avisarme, bueno me aviso con una nota que encontré después de buscarla como un loco. Intenté quitarle la custodia, pero estaba claro que ningún juez autorizaría que un hombre con un trastorno explosivo intermitente tuviera la custodia de un niño. Por lo que tenía que aguantarme con ver a mi hijo un mes en verano cuando su madre se dignaba a traerlo o alguna vez que yo había podido ir a Madrid a verle.

Me froté la cara por décima vez antes de recostarme en la silla y poner el antebrazo sobre mis ojos, en ese momento la puerta de la oficina se abrió y ni siquiera me molesté en mirar quién era.

— ¿Ian que coño ha pasado aquí?— quité el brazo de mi cara y miré a mis hermanos

Melisa tenía los ojos llenos de lagrimas y se acercó corriendo a mi para abrazarse a mí como un koala, mientras que Alan me miraba triste, pero a al vez serio.

— Discutí con Petra

Mi hermana saco la cara de mi cuello para mirarme seria antes de resoplar y volverse a recostar sobre mi hombro, a pesar de ser la mayor de los tres se comportaba como si fuera la pequeña a nuestro alrededor.

— Melisa...

— Es mujer es una maldita bruja pu...

— Melisa ya basta deja de insultarla, no tienes ni idea de los motivos que puede tener para hacer lo que hace— dijo Alan mirándola de manera sería.

¿Desde cuándo mi hermano defendía a Petra? el fue el primero en ir a buscarla cuando se marchó a España para dejarle las cosas claras y cuando volvió no venía precisamente contento, solo se que al día siguiente el abogado de Petra, su hermano, nos llamo informándonos de que había puesto una orden de alejamiento contra mi hermano.

— ¿Tú eres imbecil? ¿Te tengo que recordar como trato a Ian?

— Solo digo que nos apresuramos en juzgar sus acciones sin conocer los motivos— dijo encogiéndosela de hombros.

Alan sabía algo que yo no sabía y estaba empezando a cabrearme de nuevo.

— ¿Qué cojones sabes?

— Lo siento hermanito, pero eso tendrás que hablarlo con ella.

Se levantó de la silla para marcharse dejándonos a Melisa y a mi totalmente sorprendidos por su actitud ¿Qué cojones acaba de pasar?

La caricia de la ira (#3SPC)Kde žijí příběhy. Začni objevovat