XXIII

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Dormía en un sueño muy tranquilo, muy placentero. Hace mucho no sentía aquella paz, incluso había llegado a la conclusión de que hace meses no había dormido así. Y ahora ahí estaba; serena, tranquila, sin nadie que le molestara. Bueno... casi nadie. La puerta se abrió de golpe, haciendo que la chica despertara asustada.

—¡Lux! —dijo Ezreal, muy animado.

—¡Casi me matas del susto!

—Lo siento, pero tengo buenas noticias. Ya sé quién puede ayudarme a recuperar mi guantelete.

—Ez, ¡eso es brillante!

—Lo sé. Vamos, levántate, debemos irnos.

—¿Qué? ¿Ahora? ¿A dónde?

—A Zaun.

El joven comenzó a revolver las cosas en su escritorio, y recoger otras tantas para guardarlas en su mochila. Lux le miraba algo confundida y desconcertada, pensaba que se estaba apresurando demasiado.

—No creo que debamos ir precisamente ahora...

—Mientras más nos tardamos, más difícil será para ti volver a Demacia.

—¿Y qué tan seguro estás de esto?

—Lux, jamás haría algo que te perjudique...

—No contestaste mi pregunta.

—Bien, no estoy muy seguro. ¿Pero qué perdemos intentando? Se nos agota el tiempo.

—Es que no me parece una buena idea si no tenemos un plan.

—¿Por qué no puedes confiar en mí? —preguntó, en un tono enojado.

La chica se acercó a él, y tomó sus dos brazos. Luego, le miró fijamente a los ojos, y sonrió levemente.

—Confío en ti... pero no quiero arriesgarme a que las cosas puedan salir mal. Ya todo ha salido muy mal, tengo miedo.

—No todo ha salido mal —dijo, acariciando su mejilla—. Estoy contigo, eso demuestra que no todo está mal.

La chica sonrió. Aquellas miradas terminaron en un tierno beso. Luego ambos se miraron con cariño, y Lux le volvió a sonreír.

—Está bien... vamos.

•••••••••••••

Del techo escurrían gotas de agua sucia. Las ratas rondaban el lugar, y las luces parpadeaban.
Recostado en aquella banca, Garen pensaba en un plan, algo que le ayudase escapar, pero nada venía a su mente.

Escuchó unos pasos que cada vez se acercaban más hacia su celda, sin embargo no le dio el ánimo de mirar de quién se trataba. Mas la voz que se oyó a continuación, le hizo hervir la sangre.

—Así que así se ve un demaciano ilustre derrotado.

Esa voz provenía de Sylas, sin embargo no hubo respuesta. El joven castaño no pensaba en caer en sus juegos.

—Vamos, ¿qué pasa, Garen?

—Si quieres dame una paliza y luego vete.

—Antes eras más divertido, pero tus deseos son órdenes.

El mago chasqueó los dedos, y unos guardias armados aparecieron. Garen sintió temor, sin embargo lo disimuló.

Los guardias se disponían a atacar, pero alguien interrumpió.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó una voz femenina, también reconocible por el demaciano.

—Katarina, ¡qué sorpresa! —dijo Sylas—. Acompáñanos. Solo nos estábamos divirtiendo.

don't leave me(Ezreal x Lux)Where stories live. Discover now