XIX

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Los cabellos de la joven volaban por los aires. Su vista permanecía descansada, y por fin sentía algo de paz. Jamás imaginó que un golem de piedra podría entenderle mejor que nadie, pero así resultaba ser. Galio, el gigante que ni siquiera era humano, entendía los sentimientos de Lux, e incluso podía identificarse en algunos puntos con la chica.

—¿Qué crees que debo hacer, Galio?

—Eres una dama poderosa. ¿Por qué no sacar tu potencial?

—En Demacia odian la magia...

—Pero yo, yo soy magia. Y me usan en la batalla. No entiendo a los demacianos, mas creo que en cierta forma los seres como tú o yo les agradamos.

—Ja, no pienso igual... pero tienes razón. Tal vez si me fortalezco y aprendo a controlar mi magia, podré ser útil. 

Galio bajó lentamente hacia los campos en las afueras de Demacia, y aterrizó. Lux bajó cuidadosamente, y se despidió del gran gigante.

—Lamento que nuestro paseo haya sido tan corto -dijo el coloso-. La magia en mí se apaga muy rápido.

—No te preocupes, Galio. Encontraré la solución para que podamos dar más paseos -sonrió.

—Y oye, Lux... no te rindas. No te creas menos por no ser como los demás. Eres perfecta así como eres...

De pronto, Galio se quedó en inmóvil y su rostro y facciones desaparecieron, dejando solo una estatua muy dura e impenetrable en la inmensidad de los terrenos.
La chica volvió a sonreír, luego dio media vuelta y emprendió rumbo hacia Demacia.

En el camino, se quedó pensando en las palabras de Galio, reflexionando sobre su poder. Se le ocurrió, de la nada, empezar a jugar con su magia, esperando que nadie le observara.
Comenzó a lanzar algunos destellos hacia objetivos, árboles y arbustos especialmente. La potente luz atravesaba y destruía los troncos y ramas con gran fuerza. Lux sonrío al ver lo que su poder podía causar, pues sentía que cada vez podía controlar mejor su magia, y poco a poco perdía el miedo hacia ella, y hacia sí misma. 

Pero con lo que no contaba la joven rubia, era que tenía a alguien observándole desde lejos. Alguien que miraba impresionado. Sin ser tan cuidadoso, aquel observador tropezó, haciendo crujir un montón de ramas que alertaron a Luxanna, la cual, enseguida se puso en posición defensiva. 

—Sal ahora, y terminemos con esto... quien quiera que seas —dijo seriamente. 

Al revelarse, la joven sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. 

—Garen...  ¿q-qué haces aquí? 

La chica esperaba un grito, un estruendo, pero nada de eso ocurrió. Al contrario, su hermano mayor sonrió, y lo que hizo a continuación le sorprendió aun más. Garen empuñó su espada, y se puso en posición de ataque. 

—Bien, Lux. Muéstrame de qué eres capaz.

Lux quedó inmóvil algunos segundos. ¿Enserio su hermano le estaba diciendo que mostrara sus habilidades? No es que no hayan entrenado antes, pero siempre con espadas de madera, o cosas que no implicaran nada "mágico". Jamás hubiese pensado que Garen en realidad quisiera entrenar con ella usando sus poderes.

—¿A qué esperas? 

La joven sonrío, y dejó a un lado sus pensamientos, dispuesta a mostrar lo que había practicado. 

Lanzó un destello que Garen esquivó con facilidad, y luego él se dirigió rápidamente a contraatacar. Saltó e intentó partir a su hermana en dos, aunque él no pretendía hacerle daño, pues sabía que Lux podía evitar su agresión. Efectivamente así lo hizo, y la chica aprovechó para lanzar otro destello, el cual cegó a Garen por unos instantes. Usó aquello a su favor, y lanzó otro destello que le retuvo. Luego pasó algo extraño. La joven empezó a sentir más energía de lo usual, y pronto se vio levitando en los aires. El castaño quedó atónito, y por unos instantes temió por si la chica se podría controlar, pero decidió confiar en ella, y aunque ya no estaba inmóvil, decidió quedarse quieto a voluntad.

don't leave me(Ezreal x Lux)Where stories live. Discover now