Lo que tenga que pasar

726 89 120
                                    


Cerré la puerta de mi apartamento con las manos temblando, con la respiración agitada y el corazón a mil por hora.

- ¿Mamá? - Ellie se removía entre mis brazos.

- Tranquila cariño... vamos a dormir... - susurré acariciando su espalda llevándola a su habitación donde le puse el pijama y la acosté.

Mi cabeza no dejaba de darle vueltas a nuestro encuentro... Después de tanto tiempo todo había quedado en una burda y fría conversación. Pero pese a que mi corazón latía con desesperación, mi cabeza me decía que era lo mejor, recordándome la tristeza que había sentido cuatro meses antes.

Flashback

Me apoyé contra la pared del aula sintiéndome ligeramente mareada. Rayos... quizá si me hubiera levantado cuando el despertador sonó, me habría dado tiempo a desayunar antes de dejar a Ellie en casa de Jisoo y no estaría pagando las consecuencias de mi estómago clamando por comida.

Caminé despacio hasta sentarme en una de las sillas de los estudiantes sujetando mi cabeza y tratando de dar respiraciones hondas antes de que la falta de alimento me hiciera desmayarme. Solo llevaba unas pocas semanas aquí y no quería causar una mala impresión. No después de que la señorita Ryder me diera la oportunidad.

El trabajo era maravilloso. Enseñaba a niños por las mañanas y por las tardes tenía a mis espaldas a un grupo de jóvenes pianistas, los consentidos de la Royal. Sin duda, un honor, según mis compañeros, porque eran hijos de familias prestigiosas que acabarían con tu carrera en un segundo. Sin embargo, la señorita Ryder me pidió ser exigente, y no dejar que su posición social me intimidara. "Si no sirven, no sirven, no le temas a quedarte sin trabajo. Eso solo será por encima de mi cadáver y como ves, nadie quiere hacerlo" había dicho con una sonrisa.

Un poco más calmada me puse en pie dirigiéndome a mi escritorio cuando escuché la campana. Poco a poco, los niños fueron llegando y se sentaron en sus respectivos pupitres.

- Tenga señorita, Park. Le he pedido a mi madre que le haga las galletas con canela que tanto le gustan - dijo la pequeña Ally. 

- Gracias, cariño. - sonreí guardando la caja para cuando terminara la clase.

Dar clase a los más pequeños era sencillamente reconfortante y gratificante. Eran tan delicados, tan creativos... ponían tanta pasión e ilusión en lo que hacían que acababa completamente exhausta, pero feliz. El lado negativo es que sentía que eso me hacía echar más de menos a Ellie, quien pasaba la mañana y algunas tardes con Jisoo, Jennie o Marco. Aunque, en cuanto Jisoo empezara a entrenar, tendría que llevarla a una guardería, porque iba a ser inviable que alguien pudiera ocuparse de ella mientras yo trabajaba.

Cuando la campana sonó dando por finalizada la clase, esperé a que todos los niños se marcharan y finalmente me decidí a abrir la cajita con las galletas. Ally me había dado alguna en el recreo y tras haber dicho que eran maravillosas, su madre había decidido enviarme una cajita a la semana, lo cual agradecía.

Tomé la caja del cajón y la abrí acercando mi nariz a las galletas, pero lejos de que el olor me cautivara como tantas otras veces, hoy me repugnaba... era como si la canela se hubiera convertido en Kryptonita y sencillamente no había podido evitar las nauseas que se alojaron en la boca de mi estómago y clamaron por salir. Rápidamente corrí al baño más cercano, echando todo lo que tenía en el estómago, que era básicamente nada. 

Con el estómago más calmado, fui al lavabo echándome agua por la cara, tratando de que eso me hiciera sentir algo más relajada. Recordé lo que había cenado la noche anterior... probablemente la salsa de soja me había sentado demasiado fuerte. Sacudí la cabeza y fui a la cafetería a por un rico pastel de chocolate.

My Problem? YouTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon