Hablemos del beso

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- ¿Se puede saber qué te pasa hoy? - preguntó chasqueando los dedos delante de mis ojos. - Pareces hipnotizada.

- Yo diría idiotizada - se burló mi mejor amiga.

- Muy gracioso, Nini - respondí en tono burlón. - Lo siento jefa, hoy tengo la cabeza en otra parte.

- ¿Ha pasado algo? ¿Es por la niña? - negué con la cabeza.

- Todo bien, solo... cansada supongo. Pero lo haré bien, lo prometo, solo dame diez minutos.

Ella asintió retirándose del escenario y dándome mi espacio. - Vale, desembucha. - Jennie no se andaba con chiquitas, y me observaba expectante.

Tomé aire y resoplé fuertemente recordando lo sucedido.

Flashback

- ¿A dónde vas?

- Eso no te importa ¿no? - dijo subiéndose al taxi y dando un portazo antes de perderse de vista por la ciudad.

Bufé exasperada... ¿No me importaba? claro que me importaba. Me había importado qué pasaba desde esa misma mañana. Quizá desde hacía unos días, pero no había querido darme cuenta de ello.

El silencio incómodo que ocurría cuando nos quedábamos a solas me estaba matando. Sí, era cierto que yo misma lo propiciaba, pues trataba de mantenerme lo más lejos posible de ella. Había comprobado por mi propio pie que un segundo a solas estaba siendo el infierno para mi mente por el simple hecho de que ahora veía a Lisa de manera diferente. Y lo odiaba, odiaba que cada vez que la miraba a los ojos, mi maldita cabeza me llevara a ese momento en el que sus grandes y suaves manos sujetaron mi rostro... a ese momento en el que casi pierdo el control, en el que casi caigo en sus brazos, en el que casi ahogo mis latidos en un beso... Así que hacía todos los esfuerzos por huir de manera elegante de aquellos momentos a solas.

Mi cabeza era un mar de dudas, yo... Roseanne Park, que cada noche acostumbraba a recibir la atención de cientos de hombres y mujeres y me sentía por encima de sus más perversos deseos... ansiaba, sin razón aparente, ser parte de los deseos de Lalisa Manobal, una playgirl profesional. Una mujer que se catalogaba en mi lista como una maldita capulla. Sí, yo, que había soñado con la princesa del cuento de hadas que me daría todo el romanticismo empalagoso que acostumbraba leer en las novelas juveniles sentada en el porche de la vieja casa de mis abuelos... La misma chica que miraba a los capullos y capullas con una sonrisa altanera sabiendo que jamás conseguirían nada de mí. Y ahora... ahora observaba a Lisa de manera distinta, y ¿por qué?.

Maldita convivencia... no cabía duda de que era una mujer espectacular, daba igual por dónde la miraras, ella era simplemente hermosa. Pero más allá de eso, yo había aprendido a ver la vulnerabilidad en esa coraza de Capulla número uno del ranking. Podía verla tomar en brazos a Ellie con cuidado y con amor... tan diferente a como la había visto en un principio. Podía verla cada noche despertarse y dormir un rato sentada al lado de la cuna de Ellie, que la tomaba por el meñique hasta el amanecer. Podía verla preparar el biberón y sujetarla dando pequeños besitos con sus hermosos labios, sobre la cabeza de Ellie. Podía verla quedarse dormida con mi sobrina sobre su semidesnudo pecho, ambas siendo totalmente adorables... Y mierda... todo eso estaba cambiando mi forma de verla. 

Jimin me había pedido más información y a mi cabeza solo venían palabras buenas sobre Lisa y lo bien que cuidaba de Ellie. Ella había pedido una audiencia conmigo y por supuesto, me había negado. Temía por el día que ella supiera la verdad, temía porque pudiera usarlo en mi contra para arrebatarme a mi sobrina, pero luego... luego sus palabras tan reconfortantes sobre buscar compartirla me hacían cambiar de opinión. 

My Problem? YouWhere stories live. Discover now