Skyline

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Observé cómo su pecho ascendía y bajaba una y otra vez tan acelerado como el mío. Podía sentir mis pulsaciones en la sien, mientras el silencio absoluto nos invadía. Nunca había deseado tanto poder romper un silencio como este, pero debía ser paciente y esperar por una respuesta.

Mis manos todavía acunaban su rostro... mis pulgares acariciaban suavemente sus abultadas mejillas. Ella era hermosa, y la pequeña luz de la mesita dibujaba sobre su rostro las sombras perfectas de su perfil, haciéndola verse como un ángel. Sus ojos chocolate parecían más claros a la luz y sus pupilas dilatadas me observaban fijamente, navegando en sincronía con las mías. Como si buscara respuestas a las preguntas que su mente se hacía.

- Yo... - tragué saliva expectante por sus palabras. 

Esperaba que no me rechazara, esperaba haber sido lo suficientemente firme sobre mis intenciones. No es que hubiera pronunciado la gran cosa, pero esperaba que mis palabras hubieran arrojado algo de luz. La deseaba, muchísimo sí, pero más allá de eso yo empezaba a sentir algo por ella más incontrolable que el deseo y más peligroso aún: amor.

Reafirmé mis caricias sobre su rostro tratando de hacerle saber que podía estar segura de darme cualquier respuesta, fuera cual fuera la aceptaría, pero la angustia de no saber qué pensaba me mataba. Vi en sus ojos confusión y duda y sentí tanto miedo de que simplemente se alejara que la solté, dejé que una de mis manos tomara la suya dejando leves caricias sobre ella. No se resistió, dejó que guiara su mano hasta donde yo quería, justo sobre mi pecho, justo sobre mi corazón. Presioné su mano, aunque llegadas a este punto, estaba segura de que ella podía ver claramente a éste salir de mi propio pecho.

- Cierra los ojos... - susurré acariciando su mano. Ella obedeció y relamió sus labios. Batallé conmigo misma para no volver a besarla, para no presionarla. - ¿Puedes... puedes sentirlo? - ella asintió levemente. - No sé qué fue lo que pasó... ni cuándo... pero descubrí que late así solo por ti. - ella abrió los ojos y me observó confusa casi retirando su mano a la vez pero la apreté aún más sobre mi pecho. - Por favor... es la primera vez que no huyo, es la primera vez que me permito ser sincera conmigo misma y con alguien... Probablemente no sea todo lo que esperas, pero yo... - solté aire - yo solo puedo decirte que te ofrezco esto, te ofrezco que lata así de fuerte cada día si tú tan solo me miras, si tan solo me sonríes, si tan solo rozas tu mano con la mía, si tan solo me besas una vez más... 

Mi corazón latió con más fuerza si eso era posible, con miedo, con angustia porque mis palabras no fueran las adecuadas, pero entonces... entonces ella acarició mi rostro con su mano libre y peinó mi flequillo son una leve sonrisa.

- ¿Qué pasó con la capulla? - preguntó divertida.

- No quiere serlo desde que tú llegaste a esta casa - me sinceré. Noté su sonrisa ampliarse un poco más.

- ¿Por qué haces esto? ¿Qué quieres, Lisa? - acarició mi rostro suavemente, deslizando la punta de sus dedos sobre mis ojos, mi nariz y mis labios.

- Una oportunidad... solo quiero una oportunidad. - besé sus dedos y la observé. - ¿Me la darás? - ella sonrió y asintió. La sonrisa que se formó en mi rostro fue tan grande que ella también sonrió ampliamente. 

Apoyé mi frente sobre la suya y dejé un leve beso sobre su nariz, pero ella acomodó sus manos sobre mi cuello atrayéndome y besándome con seguridad y ternura, como si tuviera miedo de romperme. 

Disfruté de ese contacto, disfruté del suave movimiento de nuestros labios, de la seguridad y la dulzura de su lengua acariciando la mía... No era un beso fogoso ni necesitado, era un beso dulce, tierno... un beso que jamás había tenido, un beso que jamás había dado. Pero eso... eso debería saberlo de antemano, porque Rosé no era una cualquiera, Rosé no era alguien más, Rosé ahora era lo único que yo podía ver y probablemente amar... 

My Problem? YouWhere stories live. Discover now