32| Un viaje inesperado

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Olivia.

Corrí hacia el mar, donde él no pudiera alcanzarme. Aunque no fue mucho el tiempo que tuvo para, agarrar mi brazo, jalar de él y quedarnos en la arena.

Me reí con todas mis fuerzas, como una niña cuando su madre le  hacia caras graciosas o cuando un padre le hacia cosquillas. Así de infantil me sentía en estos momentos.

Christian a mi lado, sonreía sin parar de mirarme. Como si le gustara que me ría como una desquiciada.

—Voy a tener que bañarme de nuevo –me quejé en cuanto pude recuperarme de la risa.

Me acercó más hacia él. Teniéndolo más cerca pude notar las hermosas pecas que manchaban su nariz. Me encantaba verlas, a parte de sus pestañas que eran increíblemente largas.

—Es un poco de arena –murmuro sin dejar de mirarme, acariciándome la cintura.

Hice una mueca ante su comentario. Sabía que odiaba la arena porque se pegaba en todos lados, seca o mojada.

Aún así no me atreví a contestar. Sintiéndome cómoda con el silencio que estábamos formando. El sonido del mar chocar entre si era lo que más me gustaba del mar, y por esa razón habíamos venido.

Era mi ante ultima semana de medicamentos. O al menos los que ya debían irse, ya que mi progreso se estaba manteniendo y mejorando.

Me agarraba ansiedad estar en las cuatro paredes de mi habitación después de los ataques que producían las pastillas. Así que Christian se ofreció a llevarme a la playa, una que no estaba tan lejos de la casa de mi tía, por si en algún momento quería volver.

No podía rechazarle el buen gesto después de golpearlo sin poder controlarme.

Lo miré una vez más. Agradecida por tenerlo a mi lado, y que no se vaya a pesar de las cosas que hago.

Era la primera persona después de... Que no sé iba corriendo al ver los defectos que llevaba detrás de mis sonrisas falsas. Es por eso que me comenzó a gustar. A lo que veía como un problema o un defecto, él lo veía como una virtud. Como una simple arruguita en el papel que tranquilamente se iba a alizar de nuevo a pasar del tiempo.

Ante la ausencia de Avani y la otra persona que me acompañaron en mis momentos en los Ángeles. Christian era el soporte que los remplazo, y el que lo estaba haciendo a la perfección. Haciendo que lo mire con adoración.

Este chico me estaba gustando de verdad. Aunque mi corazón latía por otra persona, tenía que darle el espacio y tiempo para que pueda conocer a Chris y lo aceptara, porque era él a quien teníamos ahora.

Besé sus labios sin pensarlo. Pude notar que se sorprendió al principió, y que de hecho lo siguió durante todo el beso.

Sus labios se movían con cautela sobre los míos. Dándome el permiso para que yo pueda llevar el ritmo.

Me separé momentos después, cuando sentí la necesidad de ver su rostro. Lo que me encontré fue una sonrisa enorme en sus labios, y sus manos acariciando mi mejilla con cariño.

—Gracias –murmuro, fruncí el ceño antes de que continuara–. Por confiar en mi y dejarme entrar en tu vida.

𝐖𝐄 𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐏  | #𝐑²Where stories live. Discover now