22|En casa ajena... (pt.1)

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Jaden.

Estaba enojado. Celoso. Triste. Confundido.

Muchas cosas que sentía que iba a explotar. Y que tuve que disimular cuando fuí a buscar a Leah y a Madison que a veces pasa a trabajar en su escuelita y salían a la misma hora.

—¡Hola papá! –mi hija chillo apenas se subió en el auto, delante.

Le di un beso y le correspondí el abrazo.

—Anda para atrás –la regañe enseguida.

La pequeña bufó pero me hizo caso, subiéndose cómo mono por el medio del asiento hasta llegar a su silleta y atarse ella solita como le había enseñado yo hace unos meses.

Madison subió a la parte delante, saludándome con un beso que esquivé para que me lo diera en la mejilla.

Tal persona se me apareció por la cabeza.

Estaba preocupado porque no sabía si iba a llegar a casa a tiempo, ya que por más que me haya dicho que conocía los Ángeles. No creía que al llegar lo primero que haga sea ver las calles y el número de la casa dónde vivíamos. Madison y yo.

—Cariño, podés encender –me pidió mi novia y le hice caso, sin poder dejar de pensarla.

Me sentía un idiota por ponerme celoso de Dylan, porque verdaderamente me importaba mierda. Él sabe todo sobre ella, y por eso trataba de molestarme, pero sé que es buena persona y solo lo hizo para eso, molestar.

Pero me podía igual y eso, me molestaba muchísimo. Seguía queriendo a Olivia, eso estaba más que claro, pero sabía que me gustaba la Olivia de tres años atrás. Aquella que por más que estaba pasando por algo malo, en sus momentos bueno reía como niña, jugaba con J, tenía miedo a las películas de terror y cuando me reía como la muñeca que no le gustaba, jugaba con la comida ensuciandome, cuando cocinabamos ra la primera en manchar todo.

Está Olivia era mucho más madura, veía esa niña en ella pero no sabía si era la misma. Se reía de cosas que para mí no tenían sentido, hablaba con propiedad y seriedad, se comportaba como una señorita y al cocinar no hace más la cochinada de antes.
Se concentra en cosas que a la Olivia de tres años atrás no le hubiesen importado más que la lluvia, el cielo, y sus libros de psicología.
Ahora sus libros eran aburridos, porque ya no tenían esos dibujos que ella les hacía en los bordes, o eso noté en las fiestas.

Tenía que conocer a esta Olivia que comía de todo, sonreía, mostraba más su cuerpo, era más cariñosa y no le tenía miedo al contacto físico y podría estar abrazando a todo el mundo. Cómo había saludado a Dylan, mi compañero de trabajo.

—...Hoy en la tarde hay un desfile que organiza la empresa –me di cuenta que Mads estaba hablando.

La mire de reojo por un momento, confundido por no saber a dónde quería llegar.

—Podríamos invitar a Olivia, para que pueda distraerse y conocer de que trabajo –propuso–. ¿Qué te parece? –sonrió entusiasmada.

Asentí un poco perdido.

Por cierto, Madison trabajaba en la moda, todo lo que era ropa y mantos de colores a ella le encantaba. Trabajaba para una empresa, y en el jardín de Leah ayudaba para las cortinas, ropa de los nenes que no tenían los recursos para tenerla y demás, cosas caritativas.

𝐖𝐄 𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐏  | #𝐑²Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz