14|Adiós.

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Jaden Hossler

Era un idiota.

Y está vez no estoy hablando del novio de Olivia.

Estaba hablando de mi. Porque soy un idiota realmente.

-Te vas a lastimar, espera sentado hasta que llegue la enfermera -me regaña cuando nota que me quiero levantar.

Gruño por lo bajo y me levanto como puedo, sin hacerle caso.

-Jaden -chilla irritada.

Le doy una mala mirada.

Pasaron dos horas desde que Olivia se fue y Madison me trata como si fuera un nene.

Quiero que me pongan anestesia de nuevo, por favor.

La cabeza me duele horrores, y el no poder mover el brazo ya me está estresando.
Y más encima, que lo único en lo que pienso es en que debí tratar mejor a Olivia, y dejar de tratarla como si ella tuviera la culpa de lo que me pasa o de lo que hago.

Aunque un poco sí.

-¿Ya me dieron el alta? -pregunto, sacando mis pies de entre las sábanas.

Por suerte está de espaldas a mi, doblando la ropa de sobra que me trajo.

-Si. Acá te traje ropa y cuando estés listo nos vamos, que la señora Greyson nos está esperando en la casa. Tenemos que ayudar y preparar las maletas, además.

Explica todo tan lento que me aburre. Como si se asegurara de que escuche todo lo que dijo, como a un nene.

Salgo de la camilla y como si Madison pudiese escuchar el susurro que hacen mis pies con el suelo, se da la vuelta como una asesina.

-Vas a lastimarte el brazo si lo moves bruto -me regaña acercándose.

Pongo los ojos en blanco.

Después de todo no estaría mal dormir un poquito más, y no tener que escuchar su vos.

Lleva ropa mía que le queda bastante grande. Su cara está levemente roja y sus ojos parecen cansados e hinchados.

Cuando se da vuelta, noto que por más que llevara mis pantalones, su trasero se marca de igual manera.

Pero no me llama la atención. No como semana atrás, dónde moría babeando por ella cada vez que la veía.

Ya no es así...

El pecho se me oprime de tan solo pensar en quien se llevó toda mi intención. Una vez más, debo agregar.

-¿Me estás escuchando? -la rubia me mira preocupada.

La miro perdido por un momento, cuando me detengo a detallar su rostro. Y ver qué la nariz curvada hacia arriba, los labios carnosos y tentadores, los lunares destacables, y los ojos. Esos ojos tan azules como los míos ahora.

No son lo que veo. No encuentro esa persona que moriría por tener a mi lado, al menos volver a intentarlo.

-Vámonos.

Ordeno, quitándole la ropa de las manos para quitarme la ridícula bata del hospital y dejarla caer al suelo. Quedando en boxers, me pongo la ropa sin preocupación de que Madison me esté mirando.

𝐖𝐄 𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐏  | #𝐑²Where stories live. Discover now