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CAPÍTULO CINCO

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CAPÍTULO CINCO

LAS MADRES NO HACEN ESO

































En el Instituto se encontraban los dos brujos más poderosos conocidos en Brooklyn dando su testimonio por lo ocurrido en esa noche con Alec y Jace, desde que se llevaron a Alec Lightwood al departamento del mayor para ayudarlo. En camino a la oficina de Aldertree, Alyssa evitaba ver a su madre y ahora mismo que se dirigían a la salida aparentando estar tranquilos, aunque prácticamente estaban huyendo del lugar, Alec había distinguido el cambio de actitud de la pelirroja desde que lo trajeron.

Este mismo corrió quedando a la altura de los brujos en el momento que los vio cruzar.

—¿Cómo les fue con Aldertree?

—Es un hombre de pocas palabras 

—Y no decepciona —continua Magnus— En su forma particular y encantadora, nos informó que mi bebita será castigada, pero aún no decidió la forma del castigo 

—Todo por salvar mi vida —los tres se detienen en medio del pasillo, Alec le pidió a Magnus con la mirada un poco de privacidad con Alyssa; el brujo se aleja dejando a la pareja casi sola— Oye, te debo una

—¿Por noquear a Raj? Solo que ya me cansaba su presencia, así que... —movía sus hombros, restándole importancia—

—No es eso —él entrelaza sus manos— Quizá Jace fue el que me sacó, pero yo sentí que estabas ahí. E hizo una diferencia. Así que gracias

—En realidad, gracias a ti por no morir. Hubiera sido tan doloroso como la verbena tocando a un vampiro... —Alyssa lo miró a los ojos, dejando a relucir que no quería verlo morir— Am, ¿cómo esta Jace? Tu bien sabes por qué no me atrevo a ir

—Miedo de que te diga algo sobre Valentine y lo que quiere contigo —Alec suspiró— No estará ausente mucho tiempo. La Espada-Alma revelará la verdad y probará que nunca ha estado del lado de Valentine —el azabache relamió sus labios, analizando el contraste de emociones que tenía la pecosa— Por cierto, ¿qué no me estás diciendo?

Alyssa parpadeó, ganándose tiempo para encontrar una buena excusa —¿A qué te refieres?

—Te conozco demasiado, Alyssa, y aunque trates de engañarme, simplemente no puedes —la chica bajó la mirada sin decir nada— ¿Qué sucedió mientras me encontraba entre la vida y la muerte?

—Nada malo... —empezó a morder su labio— ¿Solo podemos cambiar de tema? No quiero pensar en eso ahora

Cualquiera podría decir que la chica mentía al creer eso sobre su propia madre, a quien defendía y amaba cuando la conocieron, pero el mayor de los Lightwood sabía que Alyssa, por más que quisiera ocultar lo que le pasaba, sus ojos le decían todo, esos ojos azules dejaban en claro el dolor de la situación.

𝐌𝐀𝐆𝐈𝐂 | Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora