38. let me in.

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| déjame entrar.

STILES NO volvió a la terapia grupal cuando Morell lo hizo, provocándole a Abby una sensación de malestar

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STILES NO volvió a la terapia grupal cuando Morell lo hizo, provocándole a Abby una sensación de malestar. El propósito de ingresar a la Casa Eichen había sido no dejarlo solo, así que cuando la terapia finalmente terminó, se levantó de su asiento y trató de encontrar a Stiles, siguiendo su aroma, pero había tantos que resultaba muy confuso y aunque conocía bien el suyo, estaba opacado por el aroma a ansiedad.

—Abigael. —Se detuvo en seco cuando escuchó la voz de la señorita Morrell diciendo su nombre, girándose a verla. La mayor recorrió los pasos que las separan hasta estar frente a ella, cara a cara—. Cuando tu hermano te liberó de su sobreprotección, no me pasó por la cabeza la idea de que terminarías en un lugar como este —admitió—. ¿Él lo sabe?

— ¿Qué le dijo a Stiles? —preguntó a cambio.

Morrell sonrió.

— ¿Te preocupa mucho, no es así? —cuestionó. Abby no contestó—. Si es así, entonces debes saber que pase lo que pase, no puede dormir. No podrás hacer mucho por él en las noches porque hombres y mujeres duermen en zonas diferentes, pero asegúrate de hacerle entender que no puede dormir. Te hace más caso que a cualquier persona —declaró.

— ¿Es por el nogitsune? —quiso saber.

Morrell asintió.

—Es vulnerable cuando duerme, así que bajo ninguna circunstancia puede hacerlo o el nogitsune —advirtió con tono severo, mirando a un costado antes de mirarla de nueva cuenta—. Vete, ¿sí? Mantente al pendiente de él.

Abby asintió, dando la vuelta para retirarse.

🌙

Stiles acababa de tener un pésimo segundo encuentro a solas con Malia cuando Abby lo encontró, viéndolo salir de los baños de hombres mientras que se mordía el interior de la mejilla con expresión pensativa, empezando a contarle que necesitaba encontrar alguna manera de llegar hasta el sótano, pero el único que tenía las llaves parecía ser Brunski, el celador en jefe.

— ¿Y si Malia nos ayuda? —propuso Abby.

Stiles se rió sin gracia, negando con la cabeza.

—Dudo que quiera hacerlo. Como que nos odia —contestó Stiles—. Pensamos que le hacíamos un favor al regresarla a su forma humana para evitar que su padre la matara en su forma de coyote, pero ahora la culpa del accidente la consume. Quiere encontrar la manera de volver a ser un coyote —le explicó.

—Bueno, ¿qué tal si la ayudamos? —continuó—. Mira, yo hablaré con ella. Le diré que si nos ayuda a conseguir las llaves, cuando salgamos de aquí, la llevaremos con alguien que puede ayudarle a encontrar la forma de cambiar de nuevo.

— ¿Conoces a alguien que pueda ayudarla? —preguntó Stiles con escepticismo.

—Scott —respondió como si fuera obvio.

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