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ABBY NO era del tipo de chica que salía de casa a escondidas, pero cuando Allen llamó a mitad de la noche para contarle que Stiles estaba desaparecido, se había deshecho de las sábanas que la cubrían, levantado de la cama y cambiado su pijama por ropa lo suficientemente abrigadora para protegerse del fío. Como una mujer lobo, enfermarse no era un peligro real y su temperatura corporal era más alta de lo normal, pero aún así, sentir frío resultaba molesto.
Se movió por del departamento con cuidado, atenta a los sonidos provenientes de las habitaciones de Isaac y Jackson para asegurarse de que ninguno despertara a mitad de su huida, tomando las llaves y saliendo directamente al elevador.
El lobby estaba vacío a excepción del guardia que estaba ahí todas las noches, quien le abrió la puerta educadamente. Abby le agradeció en un murmullo, sacando las llaves del auto de su bolsillo y apresurándose al vehículo.
— ¿Adónde vas? —preguntó Aiden a sus espaldas.
Soltó un chillido y saltó en su lugar ante el susto, girando a mirarlo con una expresión espantada que pronto se tranquilizó al reconocerlo. Él, al igual que ella, estaba vestido como si fuera a algún lado y no debiera estar durmiendo a esa hora porque la escuela comenzaba temprano al día siguiente.
—Allen llamó. Dice que Stiles desapareció, así que voy a ir a ayudar con la búsqueda —le respondió.
—Iré contigo —dijo él.
Abby no discutió, dejándolo rodear el auto y subir como copiloto. Aiden se mantuvo en silencio todo el camino, sin querer alterarla más de lo que ya se veía. Tal vez no había pasado mucho desde que conocía a Abby y se volvieron amigos, pero incluso él sabía que Stiles le importaba bastante y que estuviera perdido debía estar siendo un golpe duro para ella.
Scott estaba saliendo junto a Allen de la casa de los Stilinski cuando Abby estacionó el auto frente a la acera al llegar finalmente, el ceño del moreno frunciéndose en cuanto vio a Aiden bajar del auto con ella mientras que Allen se veía más serio de lo que era en un día normal. Abby se apresuró a acercarse a ellos, preocupada.
— ¿Qué saben? —les preguntó, angustiada.
Scott negó con la cabeza.
—No mucho. Me llamó porque no quería que Allen se enterara o su padre, pero Allen lo supo por Lydia y tiene un mal presentimiento. Ya sabes, Lydia siente cuando...
—Cuando alguien va a morir —completó. Allen asintió, cabizbajo—. ¿Se lo contarás a su padre?
