◈ Capítulo 35: Por la pureza

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Amara respiró hondo y encajó una sonrisa cortés en el rostro. Cada vez le resultaba más fácil soltar la mentira debido a todas las veces que se había visto obligada a responder a esa misma pregunta desde su llegada a la Corte. Sus orígenes parecían fascinar a todo el mundo, era lo primero en lo que se interesaban después de conocerla. Que una simple plebeya hubiera conseguido comprometerse con un Conde les resultaba exótico en la mayoría de los casos, pero que una tewar hubiera vivido durante tanto tiempo entre ellos sin ser descubierta les parecía intrigante.

一 Provengo de los límites del reino, majestad. Del noreste, entre las montañas y el bosque.

一 De la baronía de Dalarys, presupongo entonces. ¿Y tu familia? ¿Continúan viviendo allí?

一 Soy huérfana. Me crié con una pareja que vivía en una cabaña en el bosque, alejados de todo. - respondió evasiva. No había pensado qué decir más allá de lo que repetía una y otra vez, nadie se había interesado hasta ahora y ella no había tenido ni tiempo ni ánimo de planificarlo con toda la vorágine de las últimas semanas. - Lord Hawksey me salvó de una situación difícil y me vi obligada a separarme de ellos. - acabó por decir. En las mentiras, según su corta experiencia, lo mejor parecía alejarse lo menos posible de la realidad.

El príncipe sonrió con algo de condescendencia y tomó un sorbo de su copa.

一 Hagamos un trato, mi señora - replicó bajando la voz, hasta el punto de que ella tuvo que inclinarse hacia él para poder oír lo que decía - Seguro que estás cansada de que se interesen por ti sólo por lo que eres, y no por quién eres. Conmigo nunca estarás obligada a contestar, si no quieres hacerlo. Pero no insultes a mi inteligencia con sinsentidos. A cambio yo te trataré con el cuidado que mereces.

Amara tomó un sorbo de vino con una mano temblorosa, sin saber que replicar.

一 A nadie le importará de donde vengas siempre que no vivieras con otros tewars, así que creo que tus mentiras están a salvo. Piensa en algo más elaborado para la próxima vez, por si alguien presta un mínimo de atención a tu cuento. - continuó.

Ella dejó la copa en la mesa y respiró hondo.

一 Me ofendéis, majestad. Os he dicho la verdad. Me vi obligada a separarme de mis seres queridos. - mantenerse firme parecía la única salida, aunque le siguieran temblando tanto las manos que tuviera que ocultarlas bajo la mesa para disimularlo.

Derek comenzó a servirle con diligencia y modales exquisitos. Le puso una porción de asado de perdiz en el plazo, acompañándolo de una cucharada de espeso y aromático guiso de lechón.

一 No dudo que tuvieras que dejarlos atrás, mi señora. Lo curioso es que vivieras en una zona concurrida por mercenarios, cazadores y tramperos sin haber sido descubierta hasta ahora. También tengo entendido que los señores de Dalarys aprecian profundamente sus tierras y las recorren a menudo. ¿Acaso no volaste en todo el tiempo en el que viviste allí? Tengo entendido que tu raza lo necesita para mantener la buena salud. Hay demasiados pueblos y las montañas no son lo suficientemente altas como para ofrecer cobertura. Conozco bien la orografía de mi reino y lo que cuentas es un imposible. - hizo una pequeña pausa y se sirvió a sí mismo de manera mucho más descuidada - El noroeste, con su alta montaña y bosques inhóspitos concuerda bastante más con lo que cuentas, mi señora. - concluyó de manera casi desinteresada - Aunque sigue sin tener mucho sentido que una simple pareja humilde te obtuviera y pudiera hacerse cargo de ti sin levantar sospechas. Estarás cansada de escuchar que eres la primera tewar vista en el reino en más de veinte años.

Amara sintió un escalofrío que la recorría entera. Comenzó a comer a pequeños bocados, aunque tuviera dificultades para tragar lo que se metía en la boca debido a los nervios.

La sonrisa del dragónWhere stories live. Discover now