◈ Capítulo 33: Aquella noche

424 64 296
                                    


A la mañana siguiente los arrendajos volaron a los diferentes puntos del reino llevando invitaciones, tanto a los nobles de alta cuna como a los más humildes caballeros.

Desaparecido a todos los efectos el Marquesado de Longford tras la guerra, el Condado de Hawksey era uno de los que poseían más alto rango, tanto por su posición jerárquica como por formar parte de la línea sucesoria a la Corona, sólo un puesto por detrás del príncipe heredero. Lady Dahlia, madre de Lord Drage y única hermana de su majestad el rey Harald, le había otorgado ese privilegio a su hijo, ya que los reyes habían sido bendecidos con un único vástago.

Nadie dudaba que la boda sería uno de los eventos más importantes de los últimos años, sin embargo, se contaba con que los barones de Dalarys y Rheagan no asistieran. La lejanía de sus tierras y el poco tiempo de antelación lo imposibilitaban, si querían realizar el enlace antes de la llegada del frío. Más adelante, seguramente en el año próximo, organizarían una visita al Condado para felicitar en persona a la nueva pareja. Dalarys estaba a tan sólo nueve jornadas a caballo del castillo de Hawksey, ya que eran regiones vecinas, y aunque la Baronía de Rheagan era la más lejana, no perderían la oportunidad de estrechar vínculos. Abandonaban sus tierras en raras ocasiones, debido al clima intempestivo de la región y a la distancia que se veían obligados a cubrir, pero cada una de sus salidas era aprovechada con cuidado.

Los vizcondes de Byrneh y Gorham sí que estarían presentes. El viaje a caballo desde Byrneh hasta la Capital tomaba casi una luna, pero gracias a su pequeño puerto podían bordear la costa y ascender por el Gudernes en menos de la mitad de tiempo. El puesto de la Vizcondesa en el Consejo la había obligado a contar con una pequeña embarcación para sus frecuentes viajes, así como a tener residencia propia en la Capital.

Así que se decidió que la boda no se retrasaría demasiado, y en la Corte se impuso poco a poco un ambiente festivo. Las mercancías no tardaron en comenzar a llegar, tanto en barco hasta el puerto como en grandes carros desde los pueblos cercanos. Las tabernas y casas de huéspedes iniciaron los preparativos para acoger a los numerosos visitantes, y en las casas nobles los siervos se afanaban para tenerlo todo listo para la llegada de sus señores. Sólo unos pocos afortunados serían invitados a alojarse en la Corte, el resto de ellos tendría que gestionar su propio alojamiento en caso de que no contaran con residencia propia o conocidos que pudieran hospedarlos.

Se preveía que muchos de los invitados llegarían en los próximos días, ya que no querrían desaprovechar la oportunidad de encontrarse con viejos amigos y pasar tanto tiempo como fuera posible en la Capital, con todo lo que conllevaba. Una boda de alta alcurnia, donde se reunirían todos los nobles del reino, era una oportunidad de oro tanto para padres con hijas casaderas como para herederos en busca de esposa. Muchas alianzas saldrían de allí, además de tratados comerciales y pactos políticos.

En pocos días la Capital triplicaría su población habitual, lo que traería grandes beneficios para la mayoría de los negocios. Los nobles nunca viajaban solos, sino que lo hacían con un séquito y siervos suficientes para atenderlos. Este tipo de visitas podría incluso alargarse un par de semanas después del enlace, ya que aunque cualquiera que lo quisiera podía visitar la Capital en cualquier momento, no todos tenían lo suficiente para realizar el desembolso que representaba, ni podían dejar desatendidas sus tierras de manera frecuente.

De todo ello se enteró Amara poco a poco, con el paso de los días. Liliana, pese a su humilde cuna, había tratado desde muy joven con todos los nobles que visitaban el castillo de Hawksey, aprendiendo todo cuanto podía y empapándose de la vida que llevaban. Y esos conocimientos les resultaron muy útiles para retomar las lecciones que la joven había estado recibiendo antes de abandonar las tierras del Conde. Gunthar, que las visitaba a menudo, también se sumó a la ayuda, sobre todo con temas de política, fronteras y alianzas, de los que Liliana desconocía la mayoría de las cosas.

La sonrisa del dragónWhere stories live. Discover now