Capítulo 30: No quiero perder la cordura.

Comenzar desde el principio
                                    

—Lamento estar tardando tanto, Pheebs.—susurro sin poder detener mi llanto.

No deberíamos estar viviendo nada de esto. 

Ella ahora debería venir camino a la escuela, en ese autobús que detesta por su olor. Yo llegaría antes que ella para entrar tomados de la mano y platicaríamos sobre cualquier tontería, que dejaría de ser tonta por salir de su boca.

La tristeza da paso al coraje, provocando que como un idiota comience a gritar al tiempo que golpeo el volante a puños.

Esta maldita impotencia de saber que haga lo que haga es posible que no la encuentré me inhunda el alma. Ya no puedo seguir de este modo.

Ya no puedo seguir sin saber de ella.

Mis nudillos se ponen rojos de tanto golpe que suelto, pero hay algo que no me deja detenerme, como si desquitando mi frustración contra la camioneta fuera a deshacer un poco lo que siento.

 La actividad hace que mi costado arda, pero me detengo solo cuando siento una punzada agonizante. 

Me recuesto, obligándome a mantener la cabeza fría, porque de nada serviré si solamente me dejo caer.

Como Peter.

Tras esa noche, April ha estado yendo todos los días a la estación por informes. Me envía mensajes con lo que han obtenido —casi nada— y después se va a repartir volantes con Madison.

Pero no Peter, por lo que sé solo se ha levantado de la cama dos veces.

Me da igual si alguien nota que he llorado, solo limpio mis mejillas y bajo cuando al cabo de un rato veo el auto de Connor estacionarse.

—Connor.—le llamo interponiéndome en su camino.

Él está tan casi desgastado como yo. Grandes ojeras le cubren el rostro y luce muy apagado.

—¿Hay noticias sobre ella?

—Ninguna —niego—. Hoy por la tarde protestaremos afuera de la televisora para que pasen su fotografía porque rechazaron a la madre de Phoebe cuando fue a pedirlo. Necesito que convenzas a todo el equipo de hockey de que vayan. Oblígalos, no me importa, tene...

—Si sabes que todo el equipo está como loco llorando y buscándola también, ¿Cierto?

No lo sabía. 

No tengo mente para ver quien se preocupa y quien no.

—¿Qué?

—Todos queremos encontrar a la entrenadora Blanchard. No tengo que obligarlos, Holden. Estaremos ahí.

Asiento sintiendo un poco de esperanza de que la protesta esa funcione

Cuando pasa a mi lado para adentrarse en la escuela, lo detengo.

—No lo estás encubriendo, ¿O me equivoco?

Suelta una risa seca para voltear a verme. Luciendo enojado.

—Mi mejor amigo enloqueció e intento matarme. Después hirió a alguien que por un tiempo también fue nuestro amigo. Abandono a mi mejor amiga cuando está lo necesito y ahora ella está muerta. Posiblemente esté involucrado en la desaparición de la chica a la que le pedí una cita... —suspira—. Así que no, Holden, no lo estoy encubriendo.

Se va dando pisotones fuertes. No me podría intersar menos si se enoja, necesito saber donde tiene Bill a Phoebe.

Me paso las manos por la cara, sintiendo un rastro de barba bajo mis dedos. 

Estoy enloqueciendo.

Espero hasta que veo pasar a Olivia y también la intercepto.

—¿Vienes por el homenaje a Isa?—inquiere con la ceja alzada.

¿Y nuestro final feliz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora