Capítulo 25: Parte 2

57 7 0
                                    

Cada una de las damas respondía con movimientos hacia distintas direcciones, la hija del sol retrocedía con saltos y la descendiente de la luz avanzaba con brincos fuertes. Al mismo tiempo, Archibald las rodeó y transformó en arena movediza el suelo debajo de los pies de la albina, luego solidificó la grava para dejar fija a su rival en un solo lugar. De todos modos, ella no se quedó quieta, pues, empezó a clavar su daga en el suelo repetidas veces.

—¡Está loca! —exclamó Julie, en tanto, caminaba hacia atrás junto al príncipe.

—Angeline, por favor —rogó el muchacho—, no queremos pelear contigo.

—¡Eso, Archibald, no respondas con violencia! —Lo halagó su espíritu.

—¿Ahora ustedes me tienen clemencia? —Interrogó la portadora de la Gema del Diamante, tras llevar de nuevo su afilada arma a la tierra sobre sus zapatos— Yo les permití huir y cumplir su deseo de proteger a los habitantes en la plaza.

—Oh, vaya —La pelirroja creó dos esferas candentes en sus palmas— ¿Eres buena persona? Que sorpresa, no lo noté cuando nos traicionaste y permitiste que asesinen a los rehenes ¡Mis padres estaban allí!

—¿Murieron tus padres? —preguntó Julius.

—Un sacrificio necesario —agregó la Hija de Origen, la piedra sobre sus pies se deshizo y la liberó de su encierro—, tal como lo serán los pueblerinos de aquí en unas horas.

—No lo permitiremos —advirtió el príncipe con firmeza.

Archer rodeó sus manos en una luz azul, y, observó con tanta seguridad y valentía a su enemiga. Tanto él como Julie se encontraban listos para combatir con todas sus fuerzas hasta perder el aliento, todo sea por mantener a salvo a los habitantes de Puerto Mer. En Saxdeia existía gente malvada, sin corazón ni alma; pero, tal como los individuos de ese lugar, había más personas buenas e inocentes esperando por unos héroes. Ellos protegerían a cada uno de esos sujetos para dejarles tener una vida pacífica alejada de las tragedias y los eventos traumáticos.

Angeline extendió sus brazos a los lados y estos fueron cubriéndose con diversas chispas coloridas, en tanto, sus rizos y su capucha ondeaba en el aire. Por primera vez observaron sus ojos oscurecerse por completo, allí se dieron cuenta que fue poseída, ya que ese rostro sumergido en la oscuridad la delataba por completo. Ella iba a atacar y su poder sería colosal; aun así, los Descendientes Eternos estaban preparados para contrarrestar su magia.

De pronto, los rayos fulgurantes salieron disparados hacia los Hijos del Sol y la Luna; sin embargo, al frente de ambos cayeron dos sujetos en picada que pisaron con fuerza el suelo sin tambalearse, incluso la roca bajo sus pies se resquebrajó. Clair D' Soleil, solo necesitó un ligero movimiento de sus dedos para atrapar la luz y redirigirla hacia los lados de la chica.

—Angeline —La observó con decepción—, tu deber es servir a la Hija del Sol, no matarla. Si intentas hacerle daño —Mostró su palma—, deberé eliminarte.

La encapuchada observó perpleja a la dama recién llegada y su corazón se aceleró de inmediato, en tanto, se le dificultaba respirar con facilidad. Contempló cada una de sus facciones, desde las hebras lacias y blanquecinas cayendo sobre sus caderas, hasta los iris grisáceos en su rostro pálido. Era como si se estuviera viéndose a sí misma en el espejo, pero, aquello le causaba terror.

—¿Por qué? —Su cuerpo empezó a temblar— ¿Por qué luces exactamente como yo? Tú no... Tú no puedes...

Se cubrió su cabeza con sus manos y dirigió la vista al suelo, de pronto, le dolía cada parte de su ser, tal cual, si el fuego más intenso la estuviera consumiendo. Esa sensación de muerte y horror se mezclaba con sus múltiples emociones negativas; mientras, una voz siniestra susurraba en su oído para darle la orden de acabar con los individuos que aparecieron hace un rato.

Descendientes EternosWhere stories live. Discover now