Capítulo 27: Parte 2

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La pelirroja se fijó en sus iris grises, esos ojos cuyo brillo siempre la dejó cautivada en las últimas semanas. Ahora, esa sensación era peligrosa, sobre todo al considerar los recuerdos floreciendo en lo más recóndito de su alma

Si él iba a ser sincero hasta ese punto, ella no sería la excepción; pero, tan solo pensarlo fue un error, pues las lágrimas anunciaron su próximo regreso.

—No quiero ser la causante de tu muerte otra vez —confesó con voz temblorosa.

Archer, aunque deseaba mantenerse firme y fuerte, no podía y menos cuando le recordó su fallecimiento en unas de sus vidas; aún le dolía pensar en la traición de Lúa y sintió de nuevo la lanza atravesando su pecho.

—Y ¿Qué sugieres? ¿Separarnos?

No, no quería morir, eso no cabía duda; sin embargo, tampoco anhelaba distanciarse de la jovencita. Julie, por su parte, no logró guardar la calma; por ende, un sollozó se escapó de sus labios.

—Tengo miedo de causar el fin del mundo, pero, más me aterra perderte por protegerme —Suspiró— ¿Soy egoísta?

—No, no lo eres —Redujo la distancia entre los dos—. Eres mi sol y yo tu luna, nacimos para buscarnos y preocuparnos por el otro.

—Tal vez no deba ser así —Dio media vuelta.

El príncipe notó las intenciones ajenas de alejarse corriendo, aun así, antes que ella pudiera dar el primer paso agarró su muñeca y la apegó a su cuerpo, mientras el sombrero se caía de la cabellera rojiza de la fémina. La muchacha sintió su espalda juntarse con el pecho del chico y su calor rodearla por completo. Fue en ese momento cuando, por unos segundos, se percató de un fuerte déjà vu golpear cada parte de su ser.

Ya vivió algo parecido hace mil años en el Bosque de las Estaciones. Ella intentó huir de él, pero, la detuvo; incluso, tenía el presentimiento que su conversación fue parecida.

—Nuestra historia se repite —agregó, mientras notaba las lágrimas rodar por sus cachetes—. El tres de marzo nos conocimos y ese mismo día Solandis y Nathaniel se reencontraron.

Archibald se aferró más a ella.

—Ellos no tienen que ver con nosotros.

—No —Se soltó del agarre—. No te engañes, Archibald, me pediste lo mismo hace un rato.

Julie caminó lejos de él sin pena alguna, caminó tan deprisa hasta abrir la boca nuevamente. Esta vez, luego de regresar la vista hacia el chico, habló con más determinación.

—Desde el inicio tienes la mala costumbre de sacrificar tu vida por mí, si esto sigue así tú...

—Esa es mi decisión, Julie, yo elijo protegerte así.

—¡Quien sufre después soy yo!

—¿Por qué? ¿Te importo tanto acaso?

—Me importas demasiado, más de lo que podría admitir

—También me importas demasiado, me vuelves loco mientras más te conozco. No puedo, Julie, no puedo contenerme ante el peligro si estás frente a él. He perdido a quienes más quería, no deseo perderte a ti también.

—¿A los que querías? ¿Acaso tú...?

—Sí, Julie —Sentenció con firmeza—. Estás en lo correcto.

«No, por favor», rogó la pelirroja en su interior «No lo digas»

Archibald empezó una caminata lenta y serena hasta la chica. Ya no pudo guardar más las lágrimas y se fueron escapando con sutileza de sus ojos; mientras reducía su distancia con la chica, buscó fuerzas para continuar con su oración previa.

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