Capítulo Treinta y cinco "Delito de amarte"

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La vi por unos segundos, a estas alturas, ya nada me sorprendía de ella, de igual manera, tenía que saber ahora en qué había mentido.

— ¿En qué?—suspiré.

—En todo—resopló—, sus crisis son falsas, su hipertensión es falsa, su estado de inconsciencia es falso. Lo único real es su pierna rota y su adicción a la cocaína.

— ¿Y cómo engañó a su médico?

—Es su cómplice, la escuché hablando con él, la ayudaba a cambio de sexo, falsificó resultados y algo aun peor.

— ¿Qué?

—Cuando no está en horario de visita la saca del hospital, él no sabía la verdadera razón de porqué quería salir de ahí, hasta que nos escuchó hablando de Karen.

— ¿Qué con ella?

—El doctor le estaba reclamando por ella, amigo—suspiró tomando mi mano—, Tania era quien enfermaba a tu hija.

— ¡¿Qué?!—mi pulso se aceleró— ¿Cómo?

—Por lo que entendí, hizo que el doctor la llevara al parque Prospect sabiendo que diario llevaban a Karen ahí, le hizo creer que era su sobrina y que sus padres no la dejaban acercarse por una mentira de la madre de la bebé, se acercaba a la niñera con engaños y en cualquier descuido le echaba algo a su biberón, después, sabiendo que en la noche tu hija se sentiría mal ella fingía crisis fuertes, teniéndote ahí en lugar de donde debías estar.

—Quería que tuvieras problemas con Renata por ello—suspiró Adam.

—Y los tuve—me recargué en el respaldo de la silla—, de nuevo Tania con sus planes sociópatas. De verdad le creí.

—Todos, y de nuevo con sus juegos.

—Renata tenía razón al temer que quisiera hacer algo contra nuestra hija.

— ¿Qué harás?— Adam me vio.

—Reunir evidencia y agregar el cargo.

—Por ahora la regresarán al Instituto psiquiátrico, aislada y con más medicamentos.

La ira se asomó en los ojos de Renata cuando le conté todo, y yo me sentía tan estúpido al caer en su juego otra vez. Gary ya estaba enterado y Natalia comenzó con la investigación de inmediato, y solo sobre sus avances en ello quería saber.

—Supongo que el que me perdones me va a costar más—suspiré sentándonos en el sillón del porche trasero.

—Tal vez no—suspiró acomodándose sobre mis piernas—, nos engañó a todos, y tú con tu corazón de pollo.

—Culpable—reí.

—Lo eres, y necesito arrestarte.

—Hágalo detective—alcé mis brazos rindiéndome.

—Antes de eso—acarició mi mejilla—, no quiero que te sientas responsable por no darte cuenta de su engaño, ella es la que está mal, la que hizo mal, pero, que también te sirva para darte cuenta de que ella no va a mejorar, no va a cambiar, y que lo mejor es no saber nada más de ella.

—Lo sé—asentí despacio—, y estoy completamente de acuerdo contigo. Perdóname mi amor.

—Lo haré cuando pagues tu condena—sonrió acercándose a mí.

—Lo acepto.

Bien decían que el sexo de reconciliación era muy excitante, y sí, pero esperaba no tener muchos de esos a lo largo de nuestras vidas.

Delito de Amarte ©On viuen les histories. Descobreix ara