Capítulo Veintiséis "Satisfacción"

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— ¿Sabes que con besos así despierta el antojo de ti?—jadeé sobre sus labios.

—Bien podría saltarme la hora de comida y llevarte al departamento para hacerte el amor—sonrió—, pero tienes que comer.

—Mmm—me separé de él y lo jalé de la mano—, por eso inventaron el servicio para llevar, comeré de camino a la estación.

Solo rio, pero no se negó; llegamos al departamento en tiempo récord y de la misma manera me llevó a la habitación, nuestras prendas literalmente salieron volando de nuestros cuerpos y mis pies abandonaron el suelo al tomarme en brazos para llevare a la cama, sus manos recorrieron mi cuerpo y su lengua se encargó de la mía.

—Esto está escalando Alex—jadeé sintiéndolo en mi interior.

— ¿A qué te refieres?—me vio a los ojos.

— ¿Saltarnos la hora de comida para hacer el amor?—mordí su labio—No es muy normal.

—Sí lo es—rio—, o haremos que lo sea.

—Creo que lo de las hormonas sí se te contagió.

—Y yo no me quejo para nada—tomó mi pierna colocándola alrededor de su cadera.

Solo sonreí y me dejé llevar por el deseo, yo tampoco me quejaba.

Como dije, comimos de regreso a la estación, un poco rápido y no tan bien como debimos, prometió enmendar eso en la cena, preparando algo rico y especial.

Alexander salí a una nueva escena criminal y yo terminé de archivar el último caso resuelto mientras llegaba con datos para investigar.

Era una mujer, cincuenta años, encontrada con cinco puñaladas en su departamento, parecía ser un robo pues todo estaba revuelto y un alhajero abierto y vacío, aunque, bueno, a veces los casos resultaban ser completamente distinto a lo que parecían.

—Natalia está analizando las huellas y Cristina no tarda en terminar la autopsia—dije a Alex cuando llegó conmigo después de atender una llamada.

—Entonces iremos al laboratorio en un rato—asintió sentándose en su silla.

— ¿Pasa algo amor?—lo vi preocupado.

—Llamó Adam—volteó a verme—, los padres de Tania recibieron una llamada hace una hora, diciendo que tenían a Tania, les pidieron un millón de dólares como rescate, la policía de San Diego ya está investigando a ver si pueden rastrear algo, misma cosa que está haciendo Miguel.

— ¿Cuánto tiempo les dieron?—me acerqué en mi silla.

—Dos días—suspiró—, amenazaron con matarla si no entregaban el dinero.

—Amor—coloqué mi mano en su mejilla—, sabemos que cuando es por dinero los mantienen con vida.

—Lo sé—asintió—, lo sé, aun así no puedo dejar de preocuparme, ni de sentir miedo, y no sé si podría vivir tranquilo si lo último que le dije fue que se alejara de mí.

—Yo sé que es difícil—lo obligué a verme—, por todo lo que vemos diario, pero, estoy segura de que volverás a verla y llegarán a la mejor solución para ustedes.

—Me encantaría tener el mismo optimismo que tú—sonrió colocando su mano sobre la mía.

—Llámale ley de la atracción.

—Puede ser—soltó una pequeña risa—, trataré de pensar positivo.

—Te ves muy tenso.

—Lo estoy.

Delito de Amarte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora