Capítulo Trece "El uno para el otro"

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Interrumpimos ese beso de manera obligada pues estábamos en un lugar público, pero eso, y lo sucedido en la habitación un momento atrás solo eran una pequeña probada de lo que haríamos en la noche.

—Entremos al agua—dijo separándose de mí.

—Sí, tal vez lo necesites—reí.

Su expresión al verme en aquel bikini causó una sonrisa en mí, pero bueno, él no se quedaba atrás, con su short de nado, dejándome ver su perfecto abdomen, tomó mi mano y me llevó al agua; realmente me hacía falta algo así, distraerme del trabajo, disfrutar del mar, y de él; el agua estaba un poco fría, pero de igual forma lo disfrutamos.

Regresamos a la casa un poco antes de la puesta de sol, debíamos prepararnos para ir al restaurante de sus padres a cenar, además de que quería llevarme a un bar con vistas a la ciudad.

Estaba lista, ultimaba detalles de mi maquillaje cuando entró quedándose en la puerta.

— ¿Qué pasa? —pregunté viéndolo a través del espejo.

—Te ves preciosa—sonrió acercándose para tomarme de la cintura.

—Y tú te ves muy guapo—guardé mi labial y me giré hacia él.

Él usaba jeans negros y camisa del mismo color con un par de botones desabrochados, yo, unos pantalones de cuero ceñidos, una blusa negra, con un sexy pero discreto escote, sin mangas y fajada a los pantalones, stilettos gris claro y un cardigan ligero del mismo color, un bolso negro, mi cabello suelto y con unas suaves ondas, estaba lista.

—Será mejor que nos vayamos—me recorrió con la mirada—, antes de que mis ganas de hacerte el amor me sobrepasen.

—Eso no es parte del plan—jugueteé con la solapa de su camisa.

—Lo sé—rio—, así que vamos.

Manejó hacia el centro de San Diego llegando al restaurante, de comida mexicana, dos plantas y un balcón con algunas mesas, dejó el auto junto al de sus padres y me ayudó a bajar de él tomando mi mano caminando al interior del edificio.

—Oh, ya están aquí—sonrió Lisa, su madre, acercándose a nosotros—, pero qué guapos se ven.

—Gracias—sonreí sintiendo su brazo alrededor de mis hombros.

—Pasen, reservé el área del balcón para nosotros.

—Te va a encantar la vista desde ahí—sonrió el hombre que tomaba mi mano.

Nos sentamos en un área de la mesa donde podíamos ver varios edificios ya iluminados de la ciudad, su padre nos entregó un par de bebidas y se sentó con nosotros seguido de su esposa, unos minutos después llegó Andrés y un par de meseros llevaron varios platillos, se veían deliciosos, y lo estaban, todo, y cómo no iban a estarlo, estaba en la sangre de los Lucena.

—Todo está delicioso—dije probando cada cosa.

—Qué bueno que te haya gustado querida—sonrió Lisa.

—Es un don familiar—secundé la sonrisa y vi a Alex quien también esbozó una.

— ¿Te ha cocinado? —preguntó asombrada.

—Sí—asentí—, varias veces, y es un excelente cocinero.

­—Lo es, pero nunca quiso dedicarse a ello.

—Bueno—el hombre pasó su mano por mis hombros—, sabes que solo lo hago por personas importantes mamá.

—Cierto—asintió con una enternecida sonrisa—, siempre se hace cargo de la cena de aniversario de su padre y yo, Andrés lo hace en nuestros respectivos cumpleaños.

Delito de Amarte ©Where stories live. Discover now