Capítulo Veinte "Debe entender"

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Me había llevado un susto enorme esa tarde, respiré aliviada cuando vi que había sido una herida leve en el brazo. Después de lo ocurrido vivía cada día con miedo de que aquel hombre apareciera e hiriera a alguien cercano, empezando por Alex, tal como había amenazado. La visita de Andrés y Jackie me estaba sirviendo mucho como distracción, y bueno, con Jackie ahí era imposible pensar en otra cosa que no fueran extensas pláticas y salidas de compras o a comer. Alexander insistió en que un escolta nos acompañara a cada momento, en otras circunstancias habría refutado, pero ahora...

—Es por seguridad amor—suspiró abrazándome a su pecho cuando me recosté a su lado.

—Lo sé—volteé a verlo—, creo que sí es la mejor opción.

—La mejor opción sería ser yo quien las acompañara.

—No, tú tienes que ir a meter asesinos a prisión.

—Me importa más atrapar al tipo que quiere matarte a ti, esa es mi prioridad.

—Y lo harás—acaricié su mejilla—, estoy segura.

— ¿Por qué?

—Porque te conozco, nunca te detienes hasta dar con el culpable, en cada caso, y si eso lo haces por víctimas desconocidas, con alguien importante más.

—Eso es cierto—sonrió—, eres lo más importante para mí, y lo voy a atrapar, aunque dudo que sea capaz de dejarlo vivir.

—Extraoficialmente—suspiré—, sí me sentiría más segura si muere, pero, no quiero que arriesgues tu vida por ello.

—No creo ser el único que quiere matarlo cariño, cualquiera del equipo lo haría, pero yo soy el primero en la fila, eso sin duda.

—Gracias por estar.

—Siempre lo estaré Ren, te amo, mucho.

—Yo también te amo Alex, mucho—nos unimos en un beso suave, al principio, pues de inmediato comenzó a subir de intensidad.

— ¿Ahora sí te pondrás ruda? —sonrió sobre mis labios.

—Un trato es un trato—reí mordiendo su labio.

Me colocó sobre él asaltando mis labios en un beso apasionado, ardiente y que elevó mi temperatura al máximo.

Pero él quería que me pusiera ruda, entonces lo haría, me levanté dejándolo con su mirada llena de confusión.

—No tardo—sonreí caminando hacia el armario.

— ¿Qué vas a hacer?—siguió mis pasos uno a uno.

—Algo que te va a gustar.

—Ya quiero verlo—sonrió.

Regresé a la cama colocándome a horcajadas sobre él y me deshice de su camiseta, él solo me veía con una sonrisa en el rostro.

Tomé sus manos y las esposé a la cama como aquella vez.

— ¿Me vas a torturar? —vio su mano derecha siendo esposada.

—Sí, un poco—le guiñé un ojo y me deshice de mi blusa y mi sostén ante su atenta y ardiente mirada.

— ¡Dios! —jadeó— Ya lo estás haciendo.

—Apenas estoy comenzando cariño—mordí su cuello haciéndolo estremecer.

— ¿Debería asustarme?

—No—reí mordiendo ahora el lóbulo de su oreja—, solo te prometeré tener cuidado con tu brazo.

—De acuerdo—soltó una pequeña risa—, hazme lo que quieras.

Delito de Amarte ©Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu