59.

9.9K 1.3K 274
                                    

Carter

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Carter.

De veras pensaba que hoy sería un día tranquilito en el trabajo. Superado el shock de Kelsi después de que Aiden rompiera «todos los estándares humanos de belleza», asumí que pasaríamos el resto de las horas empaquetando tubos, limpiando armarios y etiquetando cajas de cartón.

No obstante, a las seis se desata el caos.

Jay nos mira indeciso cuando su sobrina le pide un descanso adicional al que ya habíamos tenido horas antes. Debe de ver en nuestras caras que algo grave ocurre, porque al final cede y nos dice que en veinte minutos debemos regresar.

—¿Quieres que caminemos a un parque? —le pregunto, en vista de que va a entrar en pánico de un momento a otro.

—No, no —niega ella—. Aquí mismo está bien. No creo que pueda aguantar mucho más sin abrir el mensaje.

Se sienta en un poyete de la calle sin salida que hay en el lateral de la clínica. Hago lo mismo, preparado para hacer de amigo que apoya incondicionalmente a su amiga.

El mensaje al que se refiere ha entrado en su teléfono hará diez minutos y, de no ser porque soltó un gritito y se le cayó el móvil al suelo de los nervios, no me habría enterado, porque casi tuve que arrancarle la respuesta de la lengua.

—¿Se ha muerto alguien? —pregunté asustado.

Me miró con pánico en los ojos antes de decir:

—Peor. Me ha escrito Logan.

Ahora que parece haberse calmado un poco, me hago a un lado, dándole privacidad, para dejar que lea lo que haya escrito ese tío. Mientras analiza el texto de la pantalla, aparto la mirada para no añadir presión. Sé que en realidad no está más tranquila, sino que está tratando de aparentar entereza para no tener un paro cardíaco, y no quiero que se ponga más nerviosa de lo que ya está. Nos quedamos en silencio.

Al cabo de dos minutos, levanta la cabeza y me mira.

—¿Quieres leerlo?

Asiento. No me está preguntando, me lo está pidiendo.

—Claro. —Cojo el teléfono.

Kelsi tiene abierto Instagram, así que Logan debe de haberla desbloqueado para escribir estas parrafadas. Todo concuerda con lo que me mencionó el otro día: el nombre y apellidos del chico en el usuario, la foto de perfil del paisaje... Eso sí, la cuenta sigue siendo privada.

—Espera —digo, cambiando de opinión súbitamente—. ¿Por qué no me lo lees tú? Así puedo ir insultándole mientras escucho sus patéticas excusas.

—Vale —responde ella. Recupera el móvil y se aclara la garganta—. «Hola Kelsi, soy Logan. Te iba a preguntar si te acuerdas de mí, pero después de la putada que os hice a Jay y a ti me parece que sería hasta insultante hacerlo. No mando este mensaje para pedir perdón, porque no merezco que me perdones, sino para devolver el dinero».

Off-shore | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora