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"Hay que decir que mi sangre es roja"

Ella despertó con un jadeo, viendo aterrorizada a todos lados, se puso una mano en la garganta respirando con dificultad, lo ultimo que recordaba era el filo deslizándose por su cuello y su sangre caliente saliendo a chorros manchándole las manos

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Ella despertó con un jadeo, viendo aterrorizada a todos lados, se puso una mano en la garganta respirando con dificultad, lo ultimo que recordaba era el filo deslizándose por su cuello y su sangre caliente saliendo a chorros manchándole las manos. Vio detrás de ella, pero su asesino no estaba detrás de ella, ni siquiera estaba en su habitación.

 — Hey, Iz, Iz, esta bien— la otra chica de cabello corto trató de calmarla, acunando las mejillas de la chica asustada en sus manos—. Soy Josie, soy tu hermana, soy Josie.

— ¿J-Jo?— la mujer de cabello platinado la vio sorprendida, puso una mano en el hombro de su hermana antes de ponerla en su mejilla con suavidad, admirando el nuevo rostro de su hermana—. Dios mío, te ves genial.

Ambas hermanas se abrazaron con fuerza, Isabelle riendo a carcajadas, los ojos brillándole de lagrimas, la alegría de estar de vuelta la empapaba completamente. Podía sentir los latidos de su corazón, su cuerpo, los músculos de la cara al sonreír y podía abrazar a su hermana pequeña.

— ¿Yo me veo genial?— Josephine alzo una ceja con una sonrisa de lado—. ¿Por que no te miras en un espejo?

La hizo darse la vuelta para que viera su reflejo en una de las superficies brillantes del quirófano. Isabelle Lightbourne silbó impresionada al ver el hermoso rostro de su nuevo cuerpo, los rasgos simétricos, los pómulos altos, los labios rellenos, la cara en forma de corazón y los ojos azules grisáceos. Sin embargo hizo una mueca al ver el largo cabello rubio platinado, casi blanco. 

Hizo una mueca cuando intento moverse así que Josephine la ayudó a salir de la silla con cuidado, su hermana mayor aun acostumbrándose a la movilidad del cuerpo quiso verse el cuerpo completo. Sonrió satisfecha al ver de arriba a bajo que aunque le faltaba altura, los pechos rellenos, la cintura pequeña, unas caderas mas anchas, haciéndole una increíble curva, no era el cuerpo de una adolescente, era el cuerpo de una mujer.

— Pero vaya que lindo traje de carne tengo, a exepcion del cabello de anciana, debo admitir estoy preciosa. ¿Quienes son y... porque estamos vestidas así?— ella frunció el ceño al ver las ropas de cuero, algo sucias y rotas. No traía ningún vestido o alguna decoración ceremonial con la que estaban los habitantes de Sanctum cuando era la asención, y su hermana no traía ninguna de sus ropas típicas de ella.

Josephine hizo una mueca.

— ¿Te acuerdas que nunca ibas a tener hijos porque los niños son detestables?— le recordó haciendo que su hermana la viera confundida y con cautela, dándose cuenta que este cuerpo no era de ninguno del pueblo de Sanctum como tampoco el de su hermana.

— Que mierda...

— Bueno, tendrás que jugar a la mami devota por unos momentos.

Josephine hizo a su hermana sentarse para explicarle lo que había sucedido en los ultimos días. Los forasteros de la Tierra que habían llegado a la luna de Sanctum buscando un refugio donde empezar de nuevo siendo que habían destruido su planeta. Le habló de como algunos tenían sangre negra y lo más importante; al parecer sabían convertir a las personas en portadores. Mientras iban hacia dentro del castillo, Isabelle aun se acostumbraba a su nuevo cuerpo, muy distinto del ultimo que le había tocado, aunque era perfecto tenía que hacer algo respecto a ese cabello.

KADIKH | The 100 #6Where stories live. Discover now