Capítulo 41

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Las horas pasan y el estado de cada hermano es un misterio para ella. Su pierna sube y baja constantemente con la ansiedad carcomiendo todo su ser, sus pensamientos y su existencia en estos instantes. En su cabeza había una maraña de recuerdos y diferentes escenarios posibles. Bebió su último café hace un par de minutos y decidió ir inmediatamente por otro. La idea de perder a alguno de los hermanos le estaba volviendo loca y el no tener noticias de Steve la sumergía lentamente en una desesperación indescriptible.

Los guardaespaldas fueron atendidos rápidamente, tan solo algunas lesiones leves de las cuales podrían recuperarse después. Los únicos graves eran los hermanos y ella sentía gran parte de la culpabilidad sobre su espalda. Necesitaba calmar los nervios o pronto estallaría en la desesperación que le carcomía internamente.

No había dejado de llorar durante toda su estadía en este lugar, así como se pasaba las manos por el cabello constantemente. Tenía distintas notificaciones de su hermana y Wanda, pero no tenía ánimos de contestar absolutamente nada hasta que pudiera tener noticias tanto de James como de Linda.

—Señora —Escucha de pronto, provocando que su rostro se alce y se encuentre con David entregándole un sándwich que seguramente venía de la cafetería—. Tiene que comer algo.

Sorbe la mucosa de su nariz, observando el aperitivo y tomándolo sin muchos ánimos. Asiente en silencio, volviendo a esconder el rostro entre sus rodillas con los pies sobre el asiento. Sentía que sus energías fueron drenadas de un instante a otro y no sabía cómo manejar toda esta situación. Siempre fue James quien tomaba la iniciativa y ahora solo le restaba esperar.

Sus manos temblaban al punto de rozarse entre ellas mismas con los pensamientos furtivos invadiendo su cabeza constantemente. Apenas levanta el rostro, la faz familiar de Helmut cruza por el umbral de la sala de espera, devolviéndole la vida de un instante a otro y levantándose de un impulso para abrazarle fuertemente, siendo recibida por el barón como si se tratase de dos amigos de toda la vida.

—¡Zemo! —jadea entre sollozos—. T-Todo es un caos y-y yo...

—Sh... —Es todo lo que sisea el hombre, acariciando el cabello de la menor con el pesar de su amigo en alguna camilla siendo intervenido quirúrjicamente—. Tienes que descansar.

—¡No puedo! —Niega repetidas veces con la cabeza.

—No harás mucho. Todo está en manos de los doctores.

El hombre continúa jugando con su cabello en un pesar de palabras y gestos que no logra visualizar. Al menos alguien había salido ileso de todo este desastre, aunque en su cabeza aún resonaba la pequeña de la llamada. Era complicado para ella imaginar a un ser humano tan paciente y amable como el castaño deshaciéndose de un ser inocente. Tal vez sentía un poco de enojo y quería reprocharle, pero no era el momento ni el lugar, mucho menos cuando James y Linda se debatían por sus vidas en el quirófano.

Eleva el rostro para observar esos orbes castaños que se mantienen sobre los propios un par de segundos, posiblemente leyéndole los pensamientos sin que ella lo sospechara. De pronto, las pupilas del mayor se desvían de golpe, dirigiéndose hacia un punto de la sala que ella inmediatamente sigue.

El alma le vuelve al cuerpo en cuanto Steve Rogers cruza con la respiración entrecortada y las pupilas moviéndose turbadas dentro de la habitación, buscando por un rostro familiar que inmediatamente encuentra en ella. Darcy se suelta del abrazo de Zemo, corriendo hasta el más alto, quien le recibe entre sus fornidos brazos con fuerza, ajustando el agarre en cuanto la tuvo con él.

—¡Joder! No los encontraba por ningún lado. ¿Qué mierdas pasó, Darcy?

—T-Todo se salió de control, Steve —solloza nuevamente—. ¿D-Dónde carajos estabas? Te buscamos por todos lados —Le sujeta de los brazos, mirándolo fijo con los ojos aún acuosos.

Babel [Bucky Barnes] EN FÍSICOWhere stories live. Discover now