Capítulo 37

4.7K 411 847
                                    


Tiempo actual


Las llantas queman contra el asfalto mientras el acelerador es pisado hasta el fondo en el Acura NSX, esa preciosa adquisición de color negro que guardaba en su garaje junto a otros modelos deportivos de alta gama. Los dientes chirrían mientras el camino parece eterno para él a pesar del poco tráfico que había a estas horas. Nunca estuvo de acuerdo en conducir a alta velocidad con autos cruzando de por medio, pero en estos instantes poco le importaba.

Su respiración va entrecortada al punto de tener que deshacerse de la corbata, tirándola a un lado y abriendo los tres primeros botones, mostrando el punto superior de sus pectorales tatuados con esos diseños que tanto tiempo le costó decidirse en hacer. Algunos eran más oscuros que otros, pero todos se plasmaban sobre su piel hasta su cuello sobre el costado izquierdo de su mejilla.

Gruñe en cuanto rebasa a un auto que conducía a baja velocidad. Prudente, se le llamaría. Sin embargo, James prefirió apodarlo como imbécil pedazo de mierda que estorba.

Su temple no tenía filtro el día de hoy, así como tampoco su humor ni la poca paciencia a la que siempre fue acreedor. Se pasaba las manos constantemente por las cortas hebras de cabello oscuro, resoplando ruidosamente y maldiciendo a Los Ángeles por los turistas que buscaban fiesta a estas horas.

Suspira un par de veces más mientras en su cabeza la corrompida voz chillona de Darcy cruzaba repetidamente tras esa llamada. Ni siquiera esperó a Leo y David, quienes conducían a toda velocidad tras de él, procurando esquivar tantos autos como él hacía, pero encontrando un poco difícil seguirle el ritmo en esta ocasión en la que su arrebato fue mayor a su razonamiento.

"¡Ten el puto valor de decírmelo a la cara!"

Recordar la forma en que su voz se escuchaba entre llorosa y molesta le hace cuestionarse si era una buena señal o el final inminente de un hecho que él mismo había provocado. Sea lo que sea, no desacelera en ningún instante, tan solo presiona más el acelerador y hace chirriar las llantas nuevamente al girar de forma drástica.

Se gana algunos insultos y el sonido de algunos claxon, pero todo lo ignora por el recuerdo de esa sonrisa infantil, las arrugas de su nariz cuando besaba la misma, esas largas hebras oscuras de cabello y, sobre todo, la paz que tanto le daba y por la que él había añorado sin siquiera haberse dado cuenta.

Tiene su cabeza tan enfocada en la cachorra, que no le importa ni un poco el guardar la distancia prudente entre los autos, cambiando constantemente de carril y metiéndose entre cada uno, ignorando las palabras altisonantes y el hecho de que las luces se elevaran contra su automóvil. Los policías de la ciudad seguramente estaban al tanto de algún otro hijo de papi y mami que conducía velozmente en las calles, pero procurarían ignorarlo hasta que causara algún problema.

Situaciones típicas de esta ciudad.

"¡Estoy en el aeropuerto! ¡Ven y búscame, James! ¡Maldita sea!"

Y es justo hacia donde se dirige con las manos en el volante y los ojos ciegos de amor. Su lobo interno jadeaba por ver a la cachorra, por tenerla enfrente a pesar de no saber qué exactamente le esperaba. Da una vuelta hacia la derecha, cruzando entre calles y forzando a Leo a hacer lo mismo con una gota de sudor bajándole por la sien. Cuando el jefe de la familia se colocaba en aquel modo, parecía ser imposible detener al demonio mismo de las voces que en su cabeza de pronto aflojaban cuantos tornillos eran capaces de ver.

James Barnes había heredado el mal carácter de su padre y la tenacidad de su madre. Una combinación que era letal cuando se trataba de momentos cruciales o envolventes de sentimientos como este. El castaño da un par de acelerones más antes de dejar el auto varado sobre el carril rápido del aeropuerto, ese que los taxistas utilizaban para recoger clientes o algunos otros para dejar y llevar personas rápidamente.

Babel [Bucky Barnes] EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora