Capítulo 15: Me marcho cuando las cosas están bien.

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Y es que, por mucho que me agrade Madison, a ella le hubiera dicho que no sin ninguna clase de remordimiento o problema.

Pero a Phoebe no.

Tayler está aquí. Cuando viene, solemos cenar juntos. Es algo un tanto cursi, pero es importante para mí, aunque a él le da realmente igual.

Y el sábado simplemente lo dejé a un lado para poder ir con ella, para que patináramos juntos, así que me molestó profundamente que me dejara plantado.

Le mandé mensajes, llamadas. Madison, e incluso Zack, también lo hicieron. Estaba preocupado.

Quería reprocharle más cuando llego, pero al ver que no era un buen momento, decidí dejar mi molestia a un lado.

Sin embargo, al final fue simplemente imposible.

Porque incluso si quiero hacerlo, yo no puedo arreglar los problemas de las personas, puedo apoyarlas, pero eso es todo porque yo no soy psicólogo ni una clínica de rehabilitación.

Ya cometí ese error en el pasado y, por mucho que me guste Phoebe, no puedo ni quiero hacerlo otra vez.

Porque aunque las personas no lo noten, es tremendamente desgastante intentar ayudar a alguien que no quiere ser ayudado.

Mejor dicho, es imposible.

Todo el camino hasta la escuela voy algo tenso, no voy a reclamar nada. Si me habla con normalidad, solo le seguiré la corriente. Pretenderé que aquella discusión nunca sucedió.

Me acomodo el gorro y bajo de mi camioneta. Al ir por el pasillo, me sorprende mucho ver a Madison a un lado de su casillero, porque ella no suele venir a la primera clase que tenemos hoy.

—¿Qué haces aquí?—inquiero al acercarme a ella.

Levanta la vista de su celular y me da el intento de una sonrisa.

—Tengo algunas cosas que hacer antes de clase.

Ella tampoco luce muy bien.

—¿Está todo en orden?—pregunto preocupado.

Abre la boca para responderme, pero el profesor de educación sexual llega a interrumpirla.

—¿Vamos, señorita Wright?

—Sí, señor Baker —asiente y se vuelve a mí—. Después les cuento todo.

Sin decir nada más, ambos se alejan juntos.

Eso fue sumamente raro.

Sigo hasta el salón. No me sorprende encontrar a Phoebe ya en su lugar, sentada con sus lapiceros de colores y cuaderno afuera, lista para tomar la clase.

Lo que me sorprende, es que hoy el brillo en sus ojos miel no está y su sonrisa tampoco. Al tomar asiento a su lado, noto que incluso trae audífonos.

De acuerdo, no quiere hablar.

Solo se los quita cuando llega el profesor de química y noto que durante toda la clase está ausente.

¿Cómo sigues?

Escribo eso en la última hoja de mi cuaderno, sin embargo, no me animo a codear su cintura. Quizá es porque se la pasa recostada sobre la mesa, dibujando algo que no puedo ver.

Al terminar la clase y el primer descanso, Madison todavía no ha llegado y Phoebe sigue sin levantar la vista.

—Buenos días, chicos —dice el profesor Baker entrando al salón, aunque sin sus cosas—. El día de hoy tengo asuntos pendientes que resolver, así que la clase se cancela. Pueden ir a la biblioteca, la cafetería o a donde se les dé la gana siempre y cuando no se metan en problemas.

¿Y nuestro final feliz?Where stories live. Discover now