-E-Estoy bien... Puede que solo sea cansancio. Los entrenamientos han sido muy fuertes en estos días.- Intentaste restarle importancia, tomando tu taza de jugo y así no tener que verle al rostro y observar a los cincuenta mil demonios del averno interno del Líder de los Soldados reunirse en sus ojos.

No era mucho lo que sabías, pero Levi te había contado alguna vez que lo poco que podía recordar de sus primeros años de vida era enfermedad, putrefacción y muerte; una razón que explicaba su obsesión con la limpieza y su creciente preocupación al verte enfermar justo dos días antes de una expedición. Alguna que otra vez te habías enfermado estando junto a él y aquel hombre era simplemente un grano en el culo cuando se trataba de cuidar a un enfermo, sus manías y compulsiones subían a niveles exorbitantes y de tan solo recordar cómo te la habías pasado durante una semana que tuviste un simple resfriado... Era como pensar en pesadillas horribles.

-Esas cosas que te están dando.- Masculló en voz baja de pronto, mirando la madera de la mesa entre él y tú con aire ausente. -Tch, más que una indigestión, suena como si estuvieses emb-...

Hubo silencio. Dejaste tu vaso de jugo sobre la mesa con curiosidad al ver que Levi se había autocensurado en mitad de la idea, sus ojos oscureciéndose de pronto mientras dejaba la taza de té en la mesa.

-... ¿Levi?

-Es imposible.- Él farfulló bajo su aliento, cerrando el puño sobre la mesa mientras miraba ahora el contenido de su taza, pareciendo esquivar tu mirada.

Cada vez más preocupada, extendiste una mano y la posaste sobre el puño cerrado del Líder de los Soldados, haciendo que él clavara sus ojos en ti mientras tú le fruncías el ceño con preocupación. Él tenía la mala maña, al igual que tú, de guardarse los pensamientos más importantes para sí mismo, y ambos intentaban cambiar eso al menos entre ustedes. 

Solo bastó esa mirada tuya para que reaccionara, bajando la vista de regreso a la mesa y apartando el rostro a un lado, como si no se atreviese a mirarte a la cara. -... Esos síntomas que tienes... Suenan como a los síntomas de un embarazo.-

Tu corazón detuvo sus latidos en tu pecho apenas tu cerebro logró procesar sus palabras: Síntomas de embarazo. Nauseas, vómitos, mareos, debilidad (Incluso desmayos), desaparición de la menstruación... Si, tenía sentido... 

Lo que no encajaba allí era el simple hecho de que tu no podías quedar embarazada porque tu vida como la conocías se habría acabado para siempre. Simple y llanamente. 

Comenzaste a palidecer mientras tus ojos se abrían de par en par, un escalofrió naciendo desde tus pies y recorriendo tu cuerpo hasta tu cabeza al terminar de procesar todo lo que conllevaba la idea de estar embarazada, llevando las manos por puro instinto a tu vientre plano. Frente a tus ojos, pasó un recuerdo fugaz. Tú y Levi la última vez que habían hecho el amor, justamente un mes atrás, cuando de nuevo la lujuria había sido más fuerte que la razón y él había terminado dentro de ti, y mira que la Capitana Hans te había explicado eso de la fertilización humana... 

De ese encuentro, a estas alturas coincidía con la cantidad de tiempo que tenías de retraso en el periodo menstrual y los repentinos malestares que tenías. Todo coincidía... Con que pronto tendrías un bebé, un hijo de Levi y tuyo.

"Mierda."

-Estás temblando como si hubieses visto un maldito fantasma.- Gruñó Levi en respuesta, observándote fastidiado por el rabillo de su ojo, apartando su mano de tu toque. -Cálmate. Son solo malas comparaciones mías. Te estoy diciendo que es imposible.-

Exaltada y al borde de un colapso nervioso, te levantaste de la mesa de un golpe, estrellando tus palmas contra la madera de la mesa. -¡¿Cómo mierda puedes decir que es imposible?! ¡Todo coincide!-

Roulette Of MemoriesWhere stories live. Discover now