El Bosque

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Petra Ral no era estúpida.

Podría ser despistada algunas veces, mas nunca estúpida o demasiado lenta. Pero a pesar de que ya había pasado un año desde que su mejor amiga y el Capitán del Escuadrón de Operaciones Especiales comenzaran su relación, ella no se enteró hasta muy, muy tarde... Y de la peor forma posible.

Era Marzo del 847. Las flores cubrían los campos de nuevo, las noches seguían siendo frías y los días frescos. Levi se sentó al otro lado de la mesa vacía, tomando su té en silencio mientras tu leías la carta que Elizabeth te había mandado esa semana, contándote que para la semana entrante sería su boda y que estaban invitados a pesar de que estaba consciente de que lo mas seguro era que no podrías ir. 

Era sábado y muchos soldados habían salido a beber, aprovechando la presencia de pocos para así ustedes dos poder juntarse ese día aunque fuera solo a pasar la noche. Era lo más que se podían permitir últimamente, ya que, tras un año de la caída del muro María y esa misión de reconquista con sus antiguos habitantes (que a ti solo te parecía tan solo una excusa para deshacerse de las personas que el Rey no podía encargarse) el tiempo juntos se había reducido a casi nulo.

-¿Cansado?- Preguntaste amablemente, bromeando contigo misma al darte cuenta de que deseabas que dijera que sí. No estabas segura de poder aguantar una sesión de sexo con Levi tras un entrenamiento tan duro como lo habían tenido hoy junto con ciertos malestares que tenías desde unos días atrás, y te creías incapaz de decirle que no a semejante amante si intentaba seducirte tras haber pasado ya casi un mes sin haber podido tener un momento "Intimo". Contradicciones, contradicciones.

Levi te mandó tan solo una de sus miradas tranquilas como respuesta, dejando la taza sobre la mesa con un suave sonido. 

-Odio el papeleo.- Confesó en tono enojón, y por un momento pensaste en él como un niño pequeño que tan solo hacía berrinche. -Soy un maldito soldado que corta carne de titanes, no la jodida secretaria de Erwin. No firmé para esta mierda...-

Una sonora carcajada se escapó de tu garganta al escuchar semejantes berridos salir del Héroe de la Humanidad antes de que, causado por el simple aroma del té mezclado con el aliento del hombre, por quinta vez en el día unas fuertes nauseas te invadieran, cortando tu risa. 

Cerraste los ojos y gemiste, cubriendo tu boca y tu nariz para intentar mitigar las arcadas y el fuerte mareo que te invadió. Habías intentado vomitar ya, pero nada había ocurrido en todo aquellos intentos. Por si fuera poco, tenías un jodido retraso en el periodo y te sentías hinchada y adolorida.

Habiéndote al fin recuperado tras un minuto de lucha contra tu propio cuerpo, abriste los ojos de nuevo y giraste el rostro hacia Levi, sorprendiéndote al observar la preocupación recorriendo su expresión siempre impasible mientras te observaba desde su sitio. -Lo siento...-

-Jodida niña. ¿Por qué mierda no me dijiste que aun te sentías mal?- Preguntó molesto, extendiendo una mano hasta dejarla contra tu frente en busca de comprobar tu temperatura. Le habías comentado que te sentías mal últimamente, pero jamás le habías dicho la gravedad del malestar. -Tienes algo de fiebre... Deberías ir al medico.-

Palideciste ante la simple mención de la palabra "Medico". Odiabas a los médicos desde pequeña, más que todo debido a la forma en que el galeno que había atendido a tu padre lo había dejado simplemente morir en una cama, agonizando por el veneno de una serpiente de las montañas solo por ser de la familia maldita en el pueblo de Marhjul. En tu cabeza, los médicos eran seres despreciables que jugaban a ser dioses y a decidir quiénes vivían, morían o enfermaban... Seres del terror. Levi ya sabía que los odiabas y por ello no había insistido realmente en que fueras, pero te preocupaba que él estuviese mortificado por ti, que te mirara de la manera en la que lo hacía en ese instante.

Roulette Of MemoriesWhere stories live. Discover now