Nocturno

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Abriste los ojos de par en par, mirando fijamente por al menos dos horas el techo de tu dormitorio. 

No tenías sueño. De hecho, por alguna razón, en aquellos días no habías podido dormir bien. Cuando no era el insomnio, eran las variadas y vividas pesadillas las que te despertaban, causándote cansancio, mal humor y ojeras en el día. Hoy por ejemplo habías dormido al menos una hora antes de que una pesadilla de esas que tu conocías te atacase, despertándote y haciendo que sufrieses de insomnio. Tenías sed, calor y estabas empapada debido a que durante la pesadilla habías sudado y jadeado durante todo el rato. 

Suspiraste derrotada y decidiste que mejor era darte un baño y luego ir a la cocina a buscar algo de tomar, así que te levantaste, buscaste un camisón limpio y una toalla, rascaste tu cabeza por encima de tus cabellos enmarañados y con paso silencioso para no despertar a nadie más, te encaminaste al baño.

Unos minutos después saliste con el cabello peinado y húmedo, caminando por el pasillo solitario para llegar a la cocina. Estabas cansada, deseabas dormir, pero sabías que en cuanto tocases la cama no podrías descansar, así que, mientras por fin llegabas a la cocina, decidiste que tal vez podrías bajar un rato a los establos y juguetear un rato con tu yegua.

Bebiste del agua, limpiaste el vaso y con paso pesado caminaste de nuevo hacia el pasillo. Quien te viera en ese momento, con aquel camisón blanco transparenton y las negruscas ojeras bajo los ojos, pensaría que se trataba de un espíritu que vagaba, penando por los pasillos de la base militar. Sonreíste ligeramente ante tu propio pensamiento mientras las puertas pasaban frente a tus ojos, sintiendo de vez en cuando una ligera ráfaga de viento helado mover tu cabello y ropa.

"Si, se asustarían si me vieran, creerían que soy un fant-..."

Escuchaste una puerta abrirse justo a tu lado, haciéndote gritar y saltar hasta pegar la espalda contra la pared tras tuyo, mirando aterrorizada la figura de...

-¿L-L-Levi-Heichō...?- Tartamudeaste aun con los puños cerrados y los brazos en alto, a la defensiva... Antes de procesar bien quien era él, quien eras tú y en donde demonios estaban ubicados en tiempo y espacio. Si, una fantasma que se asustaba, hermoso. Rápidamente hiciste el saludo de la Legión. -¡A-Ah! ¡B-Buenas noches, Levi-Heichō!- 

El Capitán Levi, a su vez, te miró como si fuese la idiota más grande del universo. 

-...Son casi las tres de la mañana. Todos están dormidos, mocosa.- Mencionó lo obvio mientras se cruzaba de brazos. Tú solo te sonrojaste furiosamente, dejando de saludar y encogiéndote sobre ti misma, avergonzada. 

-P-Perdón...- Susurraste, maldiciéndote por siempre actuar como una idiota frente a él. Incluso cuando tenían ya un mes juntos, seguías siendo torpe cuando lo tenías cerca.

El Líder de los Soldados no cambió su expresión de amargura, aun así. 

-¿Qué demonios haces deambulando por aquí a estas horas?- Te preguntó cuando salió al pasillo mientras cerraba la puerta tras de sí. Sentiste entonces como su miraba te escaneaba de pies a cabeza, haciéndote temblar. -Y con esa apariencia... ¿Es que acaso estás planeando hacerle una broma pesada a alguien?

-Y-yo... No tengo sueño.- Apartaste la mirada al final del pasillo, retorciéndote las manos tras la espalda. No tenías una verdadera excusa y aun si la tuvieras, él no era de los que se las tragaría facilmente... Lentamente, bajaste la cabeza y soltaste un suspiro derrotado. -... Lo sé, regresaré a mi dormitorio. Siento las molesti-...-

-Andando, mocosa.- Te ordenó repentinamente al ignorar por completo tus balbuceos y tomar una de tus muñecas en su mano, comenzando a caminar mientras casi te llevaba a rastras tras él y tú no pudiste hacer más que seguirlo en silencio. 

Roulette Of MemoriesWhere stories live. Discover now