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Después de que Elsa cayera al piso, Astrid se acercó a su cuerpo, y le quitó el hacha del escudo

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Después de que Elsa cayera al piso, Astrid se acercó a su cuerpo, y le quitó el hacha del escudo. Pudo sentir la nula resistencia de parte de la platinada, por lo que pateó con suavidad uno de sus muslos.

—Oye, levántate —exigió.

Pero como era de imaginarse, no respondió.

Uno de los muchachos que acompañaban a la vikinga, se acercó a la joven tendida en el suelo. Y se percató de un charco de líquido rojo escurriendo en las rocas, abriéndose paso por la melena plateada que ésta poseía.

—Está sangrando –apuntó a su descubrimiento–. Debemos llevarla a que la curen.

Chasqueó la lengua, pero no pudo negarse, no quería ganarse la apatía de sus nuevos subordinados.

—Está bien, tú y tú –señaló a dos jóvenes que esperaban detrás de ellos–. Recojan toda la evidencia, y vigilen por si la furia luminosa regresa. Y tú –le habló al chico que se acercó primero–. Cárgala, la llevaremos con la curandera. Escúchenme todos, nadie debe saber lo que ocurrió hoy, ¿entendido? El jefe debe ser quien se entere primero, así sabrá qué castigo impondrá —los presentes asintieron.

Al tener todo listo, empezaron a caminar.

—¿Cómo sabías que ella era quien tenía el huevo del dragón? —preguntó el varón que cargaba a Elsa.

—Su comportamiento —se limitó a decir.

—¿En serio? Vivo a dos casas de ella y siempre la vi normal —dirigió una mirada fugaz al rostro de la ojiazul.

Parecía un ángel caído del mismísimo cielo.

—Son los pequeños detalles, torpe. Siempre debes fijarte en eso, para ser un buen soldado, debes leer a todos los que están a tu alrededor, así será más fácil encontrar al impostor.

Harald asintió. Pero pronto otra pregunta se plantó en sus pensamientos, que no pudo evitar formular.

—¿Qué le diremos al jefe cuando lleguemos a la parte en donde se nos escapó el dragón? Sinceramente, estoy preocupado por los desastres que esa bestia podría causar —escuchó que la mayor suspiró pesadamente.

—Entiendo, es un tema del cuál sí o sí hay que preocuparse. Un animal de su calibre está hecho para asesinar y destrozar. Si no lo hizo es porque algo lo contuvo. Esas respuestas solamente las sacaremos de Elsa, pero en su estado actual lo único que nos queda es esperar. Rápido, antes de que se desangre.

[...]

Las voces, que antes solían ser distorsionadas y a veces casi inaudible, ahora se volvían claras, a tal punto que podía entender la mayoría de las palabras que pronunciaban.

Removió su cabeza con cuidado, pues aún sentía punzadas de dolor arriba de su cuello, por la nuca.

Los párpados ya no le pesaban tanto, así que poco a poco sus pestañas revolotearon, hasta fijar su mirada en algún punto del techo.

Touching the stars | PARTE IWhere stories live. Discover now