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El jefe se encontraba sentado dentro de su despacho, con mapas sobre el escritorio y algunos libros viejos

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El jefe se encontraba sentado dentro de su despacho, con mapas sobre el escritorio y algunos libros viejos. Esperaba pacientemente la llegada de Astrid, mientras eso sucedía pensaba en algunas formas de capturar a la bestia.

—¿Estás seguro de que esto es buena idea? —preguntó Bocón, parado junto a él—. Algunos dicen, yo no, que esto podría acabar matándonos —susurró, temiendo que alguien pudiera escucharlo.

—Tú viste cómo la furia reaccionó cuando Elsa la llamó. Ella es la clave para que esto funcione. Es nuestra única oportunidad de destruir a los dragones desde adentro —respondió Estoico en un gruñido, con las manos entrelazadas siendo el soporte de su mentón.

—¿Y qué pasará con Hiccup? Él realmente está enamorado de Elsa, esto va a lastimarlo —rápidamente el jefe chasqueó la lengua, disgustado.

—No nos quedará más remedio que encerrarlo antes de poner en marcha nuestro plan.

Pronto su conversación se vio interrumpida por la llegada de Astrid y sus compañeros.

—Buenas noches —dijo ella, con la mirada sobre el piso. 

—Adelante, pasen todos y tomen asientos —Estoico se puso de pie, extendiendo su brazo como una invitación a sentarse.

—Bocón me dijo que sabías cómo atrapar al dragón, ¿es eso cierto? —finalmente la rubia levantó la mirada. 

No era necesario ser muy observador para darse cuenta de que algo no estaba bien con Astrid; su mirada carecía de valentía y también de enojo. Se sentía vacía, incierta, titubeante. Además, lucía más desgastada de lo habitual.

—Diría que sí —los presentes alzaron la ceja, incrédulos—. Sólo que la pieza maestra no está de nuestro lado.

—¿Eh? ¿Pieza maestra? —repitió Harald, rascándose la nuca.

—¿De quién estamos hablando? —inquirió la ojiazul.

—Elsa Arendelle —la oficina se enfrascó en un ambiente tenso e insólito.

—Definitivamente, ha perdido la razón —contestó la vikinga, sus compañeros dejaron escapar pequeños gritos de asombro.

—No le respondas así al jefe —chilló Harald, cubriéndose la boca para ser escuchado sólo por ella.

Lejos de enfadarse, Estoico rió divertido.

—Por eso los he convocado, quiero que me ayuden a idear un plan y atrapar a la furia luminosa. ¿Qué dicen? —volteó a verlos, aparentemente satisfecho con la situación.

Sin embargo, Astrid no estaba del todo convencida.

Después del incidente en la cueva, algo no rondaba bien dentro de su cabeza. Aun no podía borrar el recuerdo de ese momento en que el dragón (que respondía al nombre de Temperance) reaccionó cual pequeño borrego cuando se le alimentaba de leche. 

Touching the stars | PARTE IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora