CAPITULO DOS

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Al día siguiente, el techo encantado estaba de un triste color gris, las cuatro grandes mesas correspondientes a las cuatro casas estaban repletas de soperas con gachas de avena, fuentes de arenques ahumados, montones de tostadas y platos con huevos y beicon. Marion y Brigitte se sentaron conmigo en la mesa de Gryffindor

Un centenar de lechuzas penetraron con gran estrépito en la sala, volando sobre sus cabezas, dando vueltas por la estancia y dejando caer cartas y paquetes sobre la alborotada multitud. Un gran paquete de forma irregular rebotó en la cabeza de Neville, y un segundo después, una cosa gris cayó sobre la taza de Hermione, salpicándolos a todos de leche y plumas.

_ ¡Errol! —dijo Ron, sacando por las patas a la empapada lechuza. Errol se desplomó, sin sentido, sobre la mesa, con las patas hacia arriba y un sobre rojo y mojado en el pico.

_ ¡No...! —exclamó Ron.

_ No te preocupes, no está muerto —dijo Hermione, tocando a Errol con la punta del dedo. Marion no dudo en hacer lo mismo, pero con un palo, parecía que se divertía.

_ No es por eso... sino por esto. - Ron señalaba el sobre rojo. Un vociferador.

_ ¿Qué pasa? —preguntó Harry.

_ Me han enviado un vociferador —dijo Ron con un hilo de voz.

_ Será mejor que lo abras, Ron —dijo Neville, en un tímido susurro—. Si no lo hicieras, sería peor. Mi abuela una vez me envió uno, pero no lo abrí y... —tragó saliva— fue horrible.

Brigitte soltó una carcajada, Harry la miraba extrañado

_ ¿Qué es un vociferador? —dijo Harry

_ Ábrela —insistió Neville—. Será cuestión de unos minutos.

Ron alargó una mano temblorosa, le quitó a Errol el sobre del pico con mucho cuidado y lo abrió. Neville se tapó los oídos con los dedos. Se oyó un bramido tan potente que desprendió polvo del techo.

—RONALD WEASLEY, COMO OSASTE ROBAR EL AUTO, ESTOY VERDADERAMENTE ENOJADA, AHORA TU PADRE ENFRENTA UNA AVERIGUACIÓN, Y TIENES TODA LA CULPA, SI TE ATREVES UNA VEZ MÁS A DESOBEDECER, TE REGRESARE A CASA...

Los gritos de la señora Weasley, cien veces más fuertes de lo normal, hacían tintinear los platos y las cucharas en la mesa y reverberaban en los muros de piedra de manera ensordecedora. En el salón, la gente se volvía hacia todos los lados para ver quién era el que había recibido el vociferador, y Ron se encogió tanto en el asiento que sólo se le podía ver la frente colorada.

—... Ginny cariño, felicidades por entrar a Gryffindor, estamos muy orgullosos... - dijo la voz de la señora Weasley más calmada, el vociferador se burló de Ron y se destruyó.

_Bueno, no sé lo que esperabas, Ron, pero tú... - Decía Hermione

_ ¡No me digas que me lo merezco! —grito Ron.

_No le hables de esa manera – le advierto

Justo en ese momento apareció la profesora McGonagall recorriendo la mesa de Gryffindor entregando los horarios.

Me separe de mis hermanas para ir a la clase de Herbología, los Gryffindors salieron juntos del castillo, cruzando la huerta por el camino y se dirigieron a los invernaderos donde crecían las plantas mágicas.

Al dirigirse a los invernaderos, vieron a Hufflepuff en la puerta, con la profesora Sprout.

La profesora Sprout era una bruja pequeña y rechoncha que llevaba un sombrero remendado sobre la cabellera suelta. Generalmente, su ropa siempre estaba manchada de tierra.

𝔾ℝ𝕀ℕ𝔻𝔼𝕃𝕎𝔸𝕃𝔻: 𝕊𝕌 𝕃𝔼𝔾𝔸𝔻𝕆Where stories live. Discover now