CAPÍTULO 15 CULPA

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Ramiro
Estoy en el hospital de nuevo, llevo dos días y no me quieren dar de alta, mi presión está por las nubes ¿y como no?, mi mente y mi corazón no tienen paz. Hace dos noches ofendí a mi hijo como jamás he ofendido a nadie, no creí en él, lo insulté, insulté a su esposa, incluso levanté mi mano contra él, a pesar de haberlo amado tanto. De verdad lo creí culpable, en mi cabeza no cabía el que, él se hubiera convertido en lo que su padre había sido, ese maldito depravado que gracias a Dios ya estaba muerto, fue un golpe terrible pensar que me había esforzado tanto, por darle todo lo que le hubiera dado a un hijo de sangre, incluso todo mi amor, me esmeré en hacer de él un hombre de bien, y si soy sincero siempre lo fue, jamás me defraudó, fue por eso, que por primera vez desde que lo aparté de nosotros, las palabras de su esposa penetraron en mi mente y en mi corazón y derribaron todas mis barreras, aunque no lo quise reconocer en el momento, cuando ella hablo del maravilloso hombre que él era, a pesar de que me lo acababa de demostrar, al regresar porque yo lo necesitaba, a pesar de la forma en la que lo había sacado de nuestras vidas.

Apenas estaba asimilando eso y planteándome, si yo me había equivocado, si él decía la verdad a pesar de que todo lo acusaba, ese pequeño era su viva imagen, ¿cómo explicar eso o negarlo? Era de locos tratar de resolver algo así, y como dije, apenas estaba asimilándolo, cuando esa turba de gente furiosa llegó a mi casa exigiéndome que le entregara a mi hijo, por fortuna las autoridades llegaron casi junto con ellos, después me enteré de que había sido José, quien los llamó.

Ellos pusieron orden, los despacharon a sus casas y prometieron llevar ante las autoridades a mi hijo.

Luego ya con calma nos explicaron lo sucedido, yo estaba atónito, y nadie me hubiese creído que mi hijo había estado todo ese tiempo en mi casa, con nosotros, de no ser porque contaba con cámaras de seguridad y todo estaba grabado, la hora en la que él entró y la hora en la que se marchó.

El impacto fue tan grande que mi corazón no lo soportó, si de nuevo esa chica había sido atacada por el mismo hombre de años atrás, y mi hijo estaba conmigo en ese momento, entonces siempre había dicho la verdad, un balde de agua fría cayó sobre mí, hacia un momento lo abofetee, lo golpee y lo hubiera seguido haciendo, si su esposa no se hubiese interpuesto y era inocente, estos seis años que lo alejé y lo dejé a su suerte y era inocente, el infierno que le hice pasar y era inocente. No me pude contener, las fuerzas me fallaron, no lloré en ese momento, pero lo he hecho durante estos días, cuando nadie me ve, estoy devastado y no me dejan salir de aquí , quisiera ir a buscarlo, pedirle perdón de rodillas si es necesario, abrazarlo por el tiempo que no me lo permití hacerlo, porque aunque no lo crean su madre y yo sufrimos junto con él, nuestras vidas se desmoronaron con su partida, se volvieron tristes y vacías sin su presencia, pero creyéndolo culpable, no podía dar marcha atrás, de verdad que no podía, solo mi esposa y yo sabemos el infierno que ella pasó por un hombre desalmado y ruin. El había destrozado su vida, su confianza, su autoestima, la había marcado para siempre, no solo marcas físicas, las peores eran las emocionales porque esas duraban para siempre y dolían toda la vida.

Es por eso, que no concebía que él, precisamente él, hubiera hecho algo así, no es justificación, pero me era imposible verlo como si nada hubiese pasado y por su propio bien necesitaba que estuviera fuera de mi vista y de mi alcance. Ahora lo lamento tanto. No me alcanzará la vida para pedirle perdón y si no lo hace lo entenderé, dañé tanto a mi hijo.

Antes de ser trasladado al hospital, el oficial a cargo de la investigación, alcanzó a hablar conmigo y me pidió no revelar que mi hijo es inocente, no todavía, porque así va a ser más fácil y más probable que den con el verdadero culpable, y que no se salga con la suya. Después de todo mi pobre hijo ya está lejos y nadie puede tener acceso a él, José me dijo, que ya no se encuentra en la ciudad.

Camila.
Los días han pasado, me he recuperado de los golpes físicos pero no puedo hacerlo de los emocionales, es horrible no poder salir a la calle o hacerlo sintiendo que en cualquier momento alguien saldrá a mi lado y me atacará de nuevo y lo peor es que tengo que armarme de valor y afrontar el día a día, porque no me puedo dar el lujo de fallarle a mi madre o a mi pequeño, a mi padre, cada uno de ellos necesita de mí, pero si supieran lo rota que estoy, si supieran el gran esfuerzo que requiero para levantarme cada mañana y realizar mi día a día, por las noches lloro, cuando ya nadie me oye, cuando mi pequeño duerme ajeno a lo que su madre tiene que sobrellevar y me preguntó ¿que estará haciendo Alex? ¿Estará feliz de haber roto de nuevo mi vida, mi mundo, mi confianza? Les juro que por un momento pensé que de verdad era sincero, que de verdad él no había sido y que quizás yo me había equivocado, era tanto mi anhelo de creerle, que me estaba traicionando a mí misma. Lo que no entiendo es ¿PORQUÉ? ¿Qué le hice yo? ¿Qué gana con mentirme y asegurarme su inocencia y luego venir y atacarme de nuevo? ¿QUE LE HICE YO?

Quisiera poder odiar y aborrecer con toda mi alma a Alejandro Maldonado, pero por alguna razón no puedo, al menos no en su totalidad. Hay algo que me lo impide, quizás sea el pensar en su esposa y en su hija, ellas son personas encantadoras y no entiendo cómo él puede tener la suerte de tenerlas, o cómo ella puede estar con un hombre como él, y al mismo tiempo me muero de celos, porque desearía poder ser yo quien estuviera a su lado y eso me hace odiarme a mí misma por tener esos sentimientos a cerca de él, porque no se merece que nadie lo quiera y sin embargo, yo lo quiero.

¡NO FUI YO!Where stories live. Discover now