CAPITULO 1 DEJADO A MI SUERTE

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Camila
Estoy destrozada, ni yo ni mi familia podemos creer lo que el juez está diciendo. Ese hombre está siendo dejado en libertad, después de lo que me hizo, no lo puedo creer, de verdad que no lo puedo creer, debería de estar muerto o pudriéndose en la cárcel, sin embargo, ahora es libre.

Escucho las protestas de la gente a mi alrededor y las felicitaciones de que él es objeto.

Levantó la vista y veo como él es abrazado por su madre, mientras su padre permanece estático a unos pasos de él con el rostro serio.

Nuestras miradas se cruzan y él no sostiene la mía, maldito, cobarde, hijo de papi, ¿cómo me va a mirar? Él sabe lo que hizo y sabe que no estaría libre si no fuera por las influencias de su adinerado y poderoso padre. Lo odio, lo odio como nunca pensé odiar a alguien.

No quiero mirarlo, pero antes de que me saquen lo veo por última vez. Es muy atractivo, pero ahora en lugar de admiración me da asco, se le ve pálido y demacrado, al menos me alegra que los pocos días que pasó en prisión no los haya pasado bien, incluso tiene golpes visibles, creo que fue en la cárcel, dicen que a los violadores no les va nada bien en ese lugar, al menos de alguna forma pagó lo que me hizo, aunque nada compensa el daño que me causó, mi vida jamás volverá a ser la misma.

No quiero regresar a la universidad, la mayoría de los que se enteraron no me creyeron, ahora me ven mal, muchos dicen que yo lo provoqué, que él no sería capaz, pero yo sé de lo que es capaz, y lo triste es que me acusan de echar a perder su prometedora vida, cuando la afectada fui yo.

En estos momentos no quiero pensar, estoy tan dolida, tan decepcionada de nuestra justicia, me pregunto, si su padre no fuera quien es y no tuviera los recursos que tiene ¿lo hubieran dejado libre igual? Yo creo que no. La justicia no existe, al menos no para nosotros, los que no tenemos nada.

Y como si esto no fuera poco, mi padre trabaja para el padre de él, todos pensamos que lo despediría, porque llegó a amenazarlo si no parábamos esto, pero mi padre se mantuvo firme, lo que agradezco, mis padres fueron casi los únicos que creyeron en mí y la gente que verdaderamente me conoce.

Ahora voy rumbo a mi casa, triste y decepcionada, sé que, si las cosas estaban difíciles, ahora se pondrán más, porque él salió libre, y si la gente dudaba de mí, ahora pensaran que soy de lo peor por acusarlo injustamente.

Mi futuro no podría ser más incierto.

Alejandro
Estoy en el despacho de mi padre, permanezco de pie, el solo sentarme es un suplicio para mí, me duele todo el cuerpo, las marcas visibles en mí, no son nada en comparación con otras partes de mi anatomía, si mi padre no hubiese logrado que me sacaran de esa celda y me pusieran en una aparte, no sé qué hubiera sido de mí, seguro esa gente hubiera hecho lo que se dice tanto, que les hacen a los abusadores. Yo fui afortunado, casi me matan, pero me salvé de lo otro.

Aun así, aunque mi padre me salvó y me sacó de la cárcel, ahora está frente a mi extendiéndome un pasaje de ida y sin retorno, fuera de mi país, me está corriendo, me está sacando de sus vidas, lo sé y lo que más me duele es que no cree en mí, nunca creyó, y yo a pesar de todo le estoy agradecido porque no hubiese podido soportar si me hubieran condenado, estoy seguro de que hubiese muerto ahí adentro.

Sé que mi madre también me cree culpable, aun así, me abraza y llora por mi partida, mi padre no, él está serio, distante, sabe que no me volverá a ver en muchos años, si es que nos volvemos a ver.

Me envía con mis tíos a un rancho de Estados Unidos, el rancho no es de ellos, lo trabajan, y aunque no son total mente pobres no se compara con lo que mis padres tienen, mi tía es hermana se mi madre y tienen un hijo, mi primo, es solo un año mayor que yo, pero no creo verlo mucho, él prefiere estar en cualquier parte menos con sus padres, se avergüenza de ellos, eso sí, les saca todo lo que puede, siempre está estudiando según él y nunca termina, porque no lo hace, y creo que en el fondo mis tíos lo saben pero nunca lo confrontan.

Yo no soy nadie para criticarlos, después de todo ahora viviré con ellos, mi padre me ha cortado toda ayuda económica, me faltaba un año para terminar mi carrera y todo se ha venido abajo, ahora me dedicaré a trabajar en el campo, de sol a sol, como lo hacen mis tíos.

Tomo los boletos que mi padre me extiende. Ni siquiera pude volver a casa, desde los juzgados me trajeron aquí. Veo mi maleta a un lado, no sé qué hay dentro, no tuve oportunidad de empacar nada, no me dejaron llevarme mis libros, según mi padre no los necesitaré más, tampoco mi celular y menos mi laptop. Me están aventando a la nada, sin ninguna herramienta.

No digo nada, ya dije suficientes veces que era inocente y no me creyeron, no tengo nada más que decir.

_ El chófer te dejará en el aeropuerto y se asegurará de que tomes ese vuelo. - escucho la voz de mi padre.

Con un nudo en la garganta abrazo a mi madre que está llorando, le doy un beso en la frente, tomó mi maleta y salgo sin voltear atrás.

Desearía tanto dejarla ahí y decirles que no necesito nada de ellos, pero sea lo que sea que han puesto ahí, lo necesito, porque no tengo ni un cinco, mi padre me recogió todas mis tarjetas, lo único que llevo son mis papeles personales, nada más, sé que, al llegar allá, me recogerá mi tío porque si no lo hace no tengo forma de llegar por mi propia cuenta, no tengo nada de dinero y cuando digo nada, es nada. Además de que no podré hablar para decir que estoy ahí, ¿con qué?

Estoy a la deriva, dependiendo de lo que mis tíos tengan para mí y no sé qué esperar, porque, realmente mi familia no mantiene mucho conracto con ellos, soy yo quien más he hablado con mi tía y esto a través de redes sociales, eso porque mi primo ha estado de visita en nuestra casa en algunas ocasiones.

Llegamos al aeropuerto y José baja mi maleta, no me permite cargarla y lo dejo, quizás sea lo último que haga por mí.

¡NO FUI YO!حيث تعيش القصص. اكتشف الآن