30. Jacuzzi.

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2 de julio 253 N.E.

5:15 AM

Los escalofríos ascendiendo por su espina eran pésima señal. Yunki reconocía esa sensación; fuese el oscuro ente de la muerte o los residuos de esquizofrenia causando alucinaciones, el terror lo estremeció de igual manera por una precisa razón.

«Quien sea, no es Jung quien está detrás de mí».

Fue retenido al menor movimiento. Quien fuese, estaba dispuesto a tomarlo por la fuerza, mordiendo su cuello al inmovilizarlo con brazos y piernas, cubriéndole la boca. Yun no dudó en morderlo para librarse del ataque.

—¡Jung! ¡Jung, ayuda! —el grito despavorido resonó en el oscuro cielo abovedado.

404 se sentó de un salto antes de entender qué pasaba. Despertando a deshora por los gritos de Yun sufriría una crisis nerviosa, pero no fue ansiedad ni incertidumbre lo que se apoderó de él en un pestañeo al ver qué pasaba. Fue furia.

—¡Enano de mierda! ¡Ahora sí te mato!

Mimi no alcanzó a escapar, ni siquiera a saltar hacia el primer piso tentando a su suerte. Jung era un atleta defendiendo lo suyo, lo agarró por el cuello del pijama de espaldas, dándole la vuelta bruscamente para plantarle un puñetazo en la quijada, seguido de otro en la nariz; lo derribó en cosa de tres segundos, encrespando a Yunki.

—¡Maldito psicópata! ¡Te voy a ajustar el supresor a golpes! —bufó decidido a propinarle un tercer golpe, cuando su novio acelerado se abalanzó desde la cama para detenerlo, sosteniendo su brazo a tiempo.

—¡Jung! ¡Espera! ¡No lo golpees más! —rogó Yun atrayéndolo hacia sí. Mimi estaba aturdido en el suelo, apenas entrando en razón. Siendo el supresor el causante de sus acciones indebidas no le parecía correcto ensañarse con él. A decir verdad, le causaba la más profunda lástima.

—¿Te estaba toqueteando? —«Claridad, paz interior...» Jung inhaló y suspiró lentamente, no por ello los celos dejaban de quemar sus vísceras, pero trataba. Señaló al acusado cual asesino en serie, viendo en los ojos consternados de su Yunie— ¡Trató de amordazarte! ¡Lo vi! ¡Se pasó tres canchas por sobre cualquier confianza!

Jungie~... —No podía. Jung no podía contra los ojitos llorosos de Yun. Pateó su propia cama en desquite antes de calmar el tono de su voz.

—Mimi —habló con seriedad solemne; estaba sacando paciencia desde zonas de su alma que no sabía que existían. No lo estaba perdonando, ni por asomo, pero por el bien de Yun decidió no empeorar la violenta escena. «Te sangra la nariz, mal nacido, con eso debo conformarme»—. Vete ahora antes de que te deje los huevos como amígdalas de una patada

Se fue. Aturdido, con la nariz sangrando, Mimi se fue sin decir nada, una leve sonrisa en sus labios causaba escalofríos. Yun no quiso verlo a la cara, seguía con el corazón exaltado, las manos temblorosas y ganas de llorar para repartir.

«Mimi es mi amigo. Yo sé que sí; sólo lo están usando para desquiciarnos, ya no sólo a mí».

—Tranquilo~ —musitó su novio sentándose a su lado para reconfortarlo. Frotó su hombro y espalda, besó su frente antes de abrir comunicación— ¡Sam! ¿Estás bien?

—¿Jung? ¿Qué pasa? —un somnoliento Samu habló desde el otro lado de la línea. Efectivamente-

—¡Se te escapó Mimi, tarado! —necesitaba imperiosamente echarle la culpa a alguien— ¡Se metió a la cama de Yunki mientras dormíamos! Va para allá, supongo, así que dale una mano. Revisa si le partí la nariz o el cerebro, se fue sonriendo como un psicópata después de la golpiza que le di. Y por cierto, si necesita lavarse que lo haga afuera con la manguera; no quiero verlo hasta nuevo aviso.

UntermenschWhere stories live. Discover now