24. Ira.

204 67 251
                                    

19 de Junio


Yunki volteó esquivando la mirada de Mimi, apartándose con el ceño fruncido y la vista fija sobre sus propias manos, las que presionaban su muñón a falta de la pierna falsa en la que solía descargar el estrés. Su mente vagaba en diversas direcciones, cada una más perturbada y distante que la anterior; percibió a su amigo como una amenaza... Una mano gélida, hecha de negro, tomó las suyas. La muerte había regresado; inclinada al frente, envolviéndolo con su presencia en un intangible abrazo, le susurró cosas con el viento.

—No. Tú no dirías eso —dijo Yunki sintiendo su estómago estremecer. Retrocedió entre escalofríos, empujando el hombro del contrario para que se alejara— Mimi ¡Te están usando! —advirtió señalando su cuello, insinuando que su comportamiento se debía al supresor.

—¿Qué? ¿Esa es tu excusa? —ofendido, el rubio volvió a acercarse buscando en la mirada recelosa de aquel a quien consideraba un cercano de confianza— ¡Yun! ¿Qué tiene que ver el supresor en todo esto? ¡Está desactivado! ¿O qué? ¿Te parece que esté actuando como un übermensch insensible? Quiero ayudarte porque me duele que sufras ¡Porque te quiero!

—Lo sé, Mimi, pero tú no propondrías algo así —aclaró exacerbado, volviendo a retroceder amenazado por su insistente y sugerente cercanía— tú quieres que yo y Jung seamos felices juntos, que alguien te ame, te aprecie y te haga sentir valioso y amado como Jacob hizo conmigo ¡Tú lo dijiste! ¡Y no mentías!

—¿No crees que ese alguien puedas ser tú? Has sido tan bueno conmigo, Yunki ¿Cómo esperas que me sienta al respecto? ¿Que no trate de tomar esta oportunidad que puede ayudar a ambos? —expuesta en tan inocente y suplicante sonrisa, las sospechas de Yun se confirmaban; Mimi estaba empecinado.

—¡No! Estás siendo incoherente; dijiste que era una propuesta amistosa ¡Bah! Sé de esas pavadas ¿Por quién me tomas? esa mierda jamás ha salido bien.

—Lo dice quien aún no recibe su medicación —suspiró en un puchero, volviendo a extender las píldoras ante él—. Ten, Miau Miau, tómalas. Cuando te sientas mejor verás que la mía es una buena idea; yo te entiendo, puedes confiar en mí. Jung ni siquiera quiere estar contigo, sabes lo poco que congenian y que sólo está prendado de ti porque le gustó el sexo. Lleva cuatro años a tu lado pero apenas te conoce... ¿Me equivoco?

Oír a su amigo hablar así era doloroso. La certeza en sus palabras era el precio a pagar tras haber confiado sus pensamientos y sentimientos a un übermensch cuyo supresor, a pesar de estar "desactivado", seguía amenazante en su cuello. De pronto, la muerte sosteniendo sus hombros se sentía más real que cualquier ser humano a su alrededor; «son marionetas en manos de quienes quieren volverme loco. Me he fiado creyendo estar a salvo en una frágil burbuja... Así que este era el juego de ese maldito al permitirme iniciar este proyecto. He caído».

Aprisionado, paralizado entre la muerte sosteniéndolo desde la espalda y el "escalofriante übermensch" acercándose a su rostro, Yun perdió el aliento mordiéndose los labios, sin saber qué hacer; cómo librarse del macabro juego en el que todos se habían vuelto sus enemigos. «Joder, soy tan débil. Volver a llorar no soluciona nada...» La impotencia se encendía en rabia contenida, una fogata fuera de control en el pastizal de su pecho agitado.

—No llores más, Yun —la voz dulce y acogedora de su querido amigo trató de calmarlo al advertir su expresión de gato erizado, acariciando su mejilla con suavidad. Los ojitos tiernos de Mimi eran convincentes, pero no para Yun en ese estado—. Sé cuánto te duele, pero yo estoy contigo; te ayudaré a sanar.

—Oh Mimi... Eres un chico tan dulce. No mereces pasar por esto.

Yun dejó una caricia dura y fría en la mejilla del contrario, su respiración acelerándose como su corazón, no obstante, la sonrisa de Mimi al creer ser correspondido no advertía estar en peligro.

UntermenschWhere stories live. Discover now