7. Despecho.

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Jung nadaba en ganas de morir, expuestas en su confusa expresión de desconcierto, desagrado, cansancio y un sinfín de asquerosas nuevas sensaciones. Sentado de costado con los pies sobre el sofá, alzó la vista hacia Sam sin saber qué decir al respecto; su cabeza divagaba en un infierno. No había peor momento para hablar del preciso motivo de sus marcadas ojeras e insoportable dolor de estómago.

—¿Yo? —el pobre 404, señalándose a sí mismo, no conseguía procesarlo. Aquel hombre no sólo insinuaba que era incompetente; lo estaba acusando de potencial sabotaje.

¿Podía asegurar merecer el trabajo al que se dedicaba? Sin el supresor... no tenía argumentos ni deseos de hacerlo.

«Joder; debí dejar que me reasignaran. Odio estar aquí». Desvió la mirada sin palabras, dándole la razón a 543-U con tal de no extenderse en una fatídica plática de la que no quería ser partícipe. «¿Ahora me voy a poner infantil? Inaudito», suspiró asqueado.

Si Yunki deseaba hacerlo sufrir en venganza por su traición, era el momento exacto para declararse victorioso y soltar un par de argumentos ácidos en su contra. Su lado resentido ansiaba lanzarlos como piedras, pero... por otro lado, ahí estaba su solecito; todo aguado y apagado, consternado sin su supresor.

Despecho, vergüenza y desilusión golpeaban el pecho de Yunki por la promesa que Jung selló con intención de romper. «No se lo diré a nadie, lo prometo. Siempre haré lo que sea mejor para ti», la voz del cuidador se repetía en su mente llenándolo de amargo coraje. Pero... ¿Dañar al otro lo haría sentir menos patético y desamparado? Siempre supo que Jung no albergaba sentimientos por él. El abrazo que lo hizo sentir a salvo, a pesar de parecer íntimo y humano, no debió ser la excepción.

El error de confiar en una conocida mentira: fue suyo.

«Fui un estúpido iluso al creer que podía significar algo más que un trabajo para un übermensch... Debo tomar en cuenta que ninguna de sus acciones fue realmente su decisión».

«¡Yo no importo! Que cumpla con mi trabajo es lo único que se necesita de mí», fueron las palabras de Jung un par de días atrás, las que motivaron a Yunki a cometer la locura que por poco condena a ambos. ¿Por qué lo hizo? A causa del despecho, casi lo olvida.

«Lo hice por ti. Porque te amo y quiero que seas feliz», concluyó armándose de paciencia.

—Jung no sabe por qué fue asignado como mi cuidador —habló desafiante ante 543-U—, sólo yo lo sé; yo mismo lo escogí y no admito cambios.

—Oh —Sam, lejos de fastidiado, estaba sorprendido por la repentina aclaración. No creyó que la asociación considerara la opinión del untermensch—. Entonces... ¿Puedo saber cuál fue el criterio aplicado?

—No. Porque no entenderás mis argumentos hasta que este experimento avance. Bien, Samu; gracias por tu presentación —concluyó el "jefecito", invitando al aludido a volver a sentarse. No permitiría un interrogatorio.

—Soy Sam —corrigió el mismo al tomar asiento, creyendo inocentemente que Yunki había confundido su nombre escogido.

—Es otro juego de números y letras —pensó Tete en voz alta—; el 5 parece una S, el 4 una A y el 3 volteado es la M. La U es de "543-U": Samu.

—Ay, niños, ustedes me entienden —admiró Yunki simulando llorar de emoción antes de soltar la risa burlona hacia Samu; el entrometido que deseaba suplantar a su Jungie no podía ganar menos que su recelo... Sam, y el estúpido de las galletas que no había parado de masticar irrespetuosamente. Este se levantaba con clara intención de ir por más a la cocina como si aquella fuera su casa— ¡Tú! Mr. Galletita —lo mencionó manos en la cadera, haciéndolo detener el paso furtivo—, ven, es tu turno, después vamos a almorzar. Samu, de momento, si quieres demostrar ser un buen cuidador podrías cocinar algo para nosotros. No creo que puedas reemplazar a Jung, pero considero tener dos cuidadores ¿Te parece?

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