17. Felicidad. (+18)

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8 de Marzo 253 N.E.

5:00 A.M.

Jung se removió en su cama, inquieto, aferrándose al sueño sin conseguir despertar a pesar del misterioso calor ascendiendo en la oscuridad. Algo pasaba ahí abajo; la zona de su cuerpo en la que no solía poner una pizca de atención, cobraba protagonismo... Estaba duro, húmedo; su cadera se alzó en instintivo éxtasis, buscando profundidad. Pero ¿Estaba soñando? Con alguien en particular. Alguien que había mandado su imaginación a volar cruelmente la tarde anterior, dejando sus promesas sin cumplir.

- Jungie~- Escuchó el llamado juguetón de Yunki, apenas abriendo los ojos. Sus sentidos se negaban a ponerse en orden y procesar lo que estaba pasando; parecía un buen sueño.

- ¿Yun...- «¿Qué? Ah... No puede ser».

Yunki jugueteaba, con las manos y su boca, sobre el miembro de Jung, sacándole un gruñido placentero teñido de leve e inconsciente fastidio; era demasiado temprano para despertarlo tras la horrible noche que acababa de pasar. «Pero ¿Así?...» No podía enojarse con Yun por despertarlo si lo hacía de aquella forma. No creyó que esa linda boquita fuese tan atrevida... y profunda ¿Qué decirle? Al abrir al fin los ojos y descubrirlo ahí, brindando un excelente servicio bajo la tenue luz del alba, acarició su cabello deseando empujarle la cabeza hacia abajo, cuando su chico vació su boca en un último beso y se irguió para sentarse a horcajadas sobre él, sin darle timpo para protestar ni entender qué iba a pasar.

Jung, al fin despierto, se halló atónito y sonrojado ante el cuerpo desnudo de Yun; suave, delicado, albo como la luna, resaltando en el azul profundo del crepúsculo. El mayor se acomodó con confianza sobre su novio, exigiendo sus derechos, entregando un premio implícito en su expresión seductora de labios entreabiertos y enrojecidos, sin perder ni un instante la mirada del inexperto al momento de dejarse caer sentado de golpe sobre sus caderas... No reprimió una pizca del gemido que llenó la casa. Llevaba años deseándolo; siendo al fin suyo iba a disfrutarlo, y ni la culpa o la muerte fastidiando iban a impedírselo.

Su sonrisa teñida de éxtasis celebraba una victoria contra todos los idiotas que habían prohibido semejante contacto entre ambos, a sabiendas de cómo iba a terminar. Jung por su parte no pensaba en nada, salvo en el imperativo deseo de moverse, tomando posesión de las caderas que se meneaban sobre él con sus propias manos. No necesitaba experiencia, ni siquiera de los videos que había visto para saber cómo satisfacerse; adentro y afuera, Yunki se halló dando saltos y meneándose sobre su vigoroso hombre, soltando quejidos de placer a cada golpe, inclinándose al punto preciso para recibirlos donde gustara más.

- Joder, Jung... ¡Ah! ¡Más despacio, tarado!- mientras lo dijera riendo de esa manera, sobrado de placer, 404 no estaba dispuesto a obedecer. Yunki llevaba un humor radiante- Oye, m-maleducado~ dime b-buenos días.

- Buenos días, bonito- correspondió a la plática sin detener el ritmo. No duraría mucho si seguía así pero, claro; no lo sabía. Sólo sabía que su cuerpo lo deseaba así.

- Me porté muy mal ayer- lamentó en fingido arrepentimiento, enseñando un puchero al inclinarse hacia atrás, alzando levemente las caderas para facilitar las cosas al contrario- ¿M-me per-donas~?

- No hiciste nada malo. Te sentías muy mal; no es tu culpa.

Habló sin pensar demasiado en ello... En aquella posición, más libre, el pene de su chico se exponía vergonzosamente en alto, agitado a cada movimiento. «Evidentemente», pensó, «alguien tenía que tomarlo», y si las manos de Yun estaban ocupadas; qué desconsiderado hubiese sido él al ignorarlo. Lo atrapó automáticamente, como gato a su juguete, desatando un inesperado efecto. Los brazos de Yunki cedieron dejándose caer de espaldas en el colchón, demasiado extasiado y cansado.

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