1. Soy Untermensch

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Nota: La palabra "Untermensch" significa "último humano", aludiendo a la socidad actual.
"Übermensch" es "sobre humano", aludiendo a una utópica sociedad mentalmente superior a la existente. Ambas palabras las he tomado de la filosofía de Nietzsche.**

Soy el hombre más viejo del mundo. También el más infantil. Antes de que me juzguen, los invito a entender quién soy.

«El primer inmortal. El último homo sapiens».

Nací como una persona normal. Tras graduarme de la universidad en los 90", caí en coma durante meses en un hospital público. Fue donde fallecí, o eso se pensó. Experimentaron ilegalmente conmigo. El accidente dejó suficientes secuelas en mí de las cuales preocuparme, por lo que el pequeño pero trascendental cambio pasó indvertido, disfrazado de bendición cuando desperté y recuperé mi vida "normal".

"Es un milagro que puedas hablar y andar. Dios te ama, muchacho; te ha salvado de la muerte...", oí incontables veces.

No. No fue un milagro; fue el amable inicio de una pesadilla. Tras escapar de la muerte, la historia de mi vida se convirtió en un archivo de texto sin formato; infinitamente extensible, supongo, hasta que yo mismo decida disculparme con el ente de manos huesudas y busque su gélido abrazo.

Ignorante al resultado del experimento, a mis 40 años aún conservaba el aspecto de un joven de 22, convirtiéndome en la feliz envidia de mis amigos. A los 50, nada había cambiado en mi aspecto ni condición física. Me convertí en objeto de estudio científico a nivel mundial; el hombre de la eterna juventud. La replicación de ADN, de cada cromosoma en mis células, era perfecta, eludiendo el envejecimiento.

¿Cómo? ¿Quién logró semejante hazaña? Los imputados por haber experimentado conmigo se habían llevado el secreto a la cárcel y a la tumba ¿Eran científicos u ocultistas? A mi parecer; ambos.

La frustración de los científicos persiste, ninguno ha conseguido descifrar el misterio. ¿Cómo consiguieron modificar mi ADN? "Imposible, no se puede modificar el ADN de un organismo pluricelular", alegaron. Pero los malditos ya lo habían logrado: añadieron un cromosoma jamás visto a mi secuencia genética, encargado de mantener la actividad telomerasa en mis células. Este evita el acortamiento de los telómeros y por tanto inhibe el envejecimiento celular. ¿No sueno como un gran tumor canceroso? Sí, a oídos de cualquier biólogo así es. Pero algo especial está escrito en mi misterioso cromosoma y la división celular está controlada en mi organismo. Estoy sano... O casi totalmente.

"Cromosoma YNK", fue nombrado el número 47 en mi secuencia. Especial, único; la fuente de la juventud... Que decidieron precipitadamente agregar a cada inseminación asistida, las que se convirtieron en tendencia; la fórmula para una nueva humanidad, ajena al tiempo, al fantasma de la muerte. ¿No suena genial?

Les fue divertido mientras duró.

Para mi desgracia, aunque el cromosoma YNK extraído de mis células concede eterna juventud al embrión que lo recibe, desaparece en las generaciones posteriores y pierde su pureza al ser extraído de otras personas, incluso desde cultivos con mi propio tejido... «Es como si estuviera vinculado a mi alma y no sólo a mi cuerpo», supuse. Pero claro, los científicos rieron de aquella observación.

Lo declaro, más que una incoherencia de la biología; una maldición de la muerte en venganza por mi osadía, o en el mejor de los casos, la firma de un pacto con la misma.

Yo, como fuente única del cromosoma YNK, me convertí en el bien más cotizado del mundo; fui secuestrado y dormido sin saber del tiempo. Mis captores se enriquecieron a costa mía, vendiendo la eterna juventud, paquetes con mis genes al mercado negro por los que la gente estaba dispuesta a pagar lo que fuese. Rápidamente se convirtieron en una nación, una potencia mundial imparable. Es egoísta que lo admita, pero me alegra haber estado inconsciente entonces; al final de los tiempos.

UntermenschDonde viven las historias. Descúbrelo ahora