8. Humanitos.

382 95 153
                                    


26 de Febrero. 253 N.E.

5:00 PM

«¿Vas a cuidar de mí?», dudó Jung velozmente. «Claro, lo que necesitaba; otro recordatorio de lo inútil que soy. Esto es parte de tu venganza ¿No?»

Las palabras hicieron eco en la mente de 404, borrando el ligero alivio que lo había embobado segundos atrás. Con las mejores intenciones, Yunki creyó que Jung eventualmente llegaría a las conclusiones correctas si le concedía espacio para pensar por sí mismo; ignoraba que su compañero no estaba en condición de creer en la bondad de nadie, lanzando todo dulce argumento al mismo apestoso pozo en el que fue criado. Aceptó la que creyó era otra de las habituales tomaduras de pelo de su protegido, guardándola con el resto de las ofensas que acostumbraba cargar.

«No debo responder por esto; no sirve de nada», cocnluyó repentinamente molesto. Suspiró y volteó para seguir trabajando, ignorando el asunto con la cabeza baja.

«Paciencia...» Yunki deseaba tenerla, apartarse para seguir ayudando con la revisión diaria de los embriones, simulando perfecta simpatía y casual indiferencia para evitar regresar a la disputa. «¿Ahora qué te pasa? No te entiendo».

Darle tiempo a su cuidador significaba librar una batalla campal entre la victoriosa voz de la razón y sus rebeldes caprichitos picando con insistencia. Viéndolo de reojo, cada tanto se mordía los labios risueño, ilusionado, anhelando mandar todo al carajo y acorralarlo para robarle un beso que, apostaba, podía ser la solución a todo ¿O estaba siendo demasiado optimista? «El método científico pide poner a prueba toda teoría», rió de sus propias excusas absurdas, reconociéndose ridículo y desesperado como un chiquillo ante su amor platónico.

Entre risas discretas fue sorprendido. Jung salió de sus pensamientos viéndolo con extrañeza.

—¿Qué es tan gracioso? —inquirió el cuidador.

—No lo sé. De pronto... Estoy muy ilusionado con el proyecto —se excusó fijando la vista en un monitor— No es que lo haya planeado, pero desde hacía mucho anhelaba una oportunidad.

—¿Me cuentas de qué me perdí al salir?

—No mucho que digamos. La finalidad del experimento social es tan simple que los dejé viendo una vieja película y fueron absorbidos por las canciones como niñitos de cinco años —rió. «Puede sonar tan absurdo que te vas a indignar por ello ¿Cierto? Mr. Perfección»—. Es un buen comienzo; que se enciendan nuevas ideas en sus mentes, admirando cómo vivía la gente antes de ser limitados por el supresor.

—Entiendo. De modo que... La evidencia que buscas no se obtiene en respuesta a instrucciones específicas. Quieres comprobar que podemos desarrollar una identidad propia, tomar libre control de nuestras emociones e instintos y seguir siendo gente civilizada sin el supresor ¿Cierto? Eso, en teoría, debería darse naturalmente, con el tiempo —Jung era rápido captando ese tipo de conceptos.

—Di un buen discurso en el concilio, al parecer —podía jactarse de ello. Alzó otra mirada mimosa hacia su cuidador, quien percibió a tiempo sus intenciones y volteó presuroso, procurando no desconcentrarse. «Pero ya te vi. Te sonrojas muy fácil, Jungie»—. Has entendido mi idea, no hay mucho que explicar, sólo... vivan. Relájense, descubran y disfruten lo que realmente son.

—No estoy disfrutando en absoluto —el ceño fruncido lo dejaba claro. Yunki rodó los ojos por su negativa—. Si no hay prisas ni nada que explicarme ¿A qué viniste hasta aquí? —dudó tratando de ser objetivo y serio como siempre.

—Fue lo primero que te pregunté —recalcó cruzado de brazos—; vine a ver cómo estabas. Saliste de la casa pálido como un muerto, y... ah... te puede sorprender, ya sabes; porque respondiste pésimo como el insensible que eres te golpee... lo tenías merecido, no me arrepiento —la arrogancia expresa en su mentón alto aflojó en una mueca abatida, bajando la vista al piso en repentina incomodidad—. Pero, también, vine a agradecerte. Ya sabes; por haberme ayudado ese día... Por el cochino "abrazo falso" —su voz descendió débil y quebradiza, con la vista esquiva. Pensar en ello encendía más conflictos en su memoria de los que podía explicar a 404, comprimiendo su pecho—. Me duele que no significara nada para ti, pero reconozco que fue una acción inteligente de tu parte. Me salvaste de un posible infarto.

UntermenschDonde viven las historias. Descúbrelo ahora