18. Esquizofrenia Residual.

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22 de Marzo. 253 N.E.

1:00 PM.

—Ah... Gracias, chicos. Aprecio su esfuerzo —Yunki aguardó con las manos sobre las rodillas, sentado en su silla ante la mesa. «¿Qué mierda es esto?»

El pastel que Jung y Samu le acababan de revelar como sorpresa, descubriéndolo del mosquitero, era... por decir algo amable; feo. Podía olerse y verse el bizcocho algo quemado. El glaseado se escurría derretido por los lados porque lo armaron antes de que se enfriara, el relleno de crema y calabaza se veía salirse, grumoso, por un costado.

«¿Es de zanahoria y calabaza? ¿Esto es un castigo?» El jefe no estaba contento, pero simuló estarlo para no desmerecer su esfuerzo. Sabía que con ellos dos en la cocina no podía salir nada bueno; Jung, el especialista en la comida insípida, y Samu, el rey de quemar y maltratar toda preparación. «Terrible combinación. Como reposteros son excelentes médicos», Yunki lo intentó, pasando del mal aspecto del trozo de pastel puso una cucharada en su boca valientemente, descubriendo que no sólo estaba amargo a causa del bizcocho quemado, sino que lo único que contenía azúcar era el glaseado cuyo exceso de vainilla lo volvía incomible.

—¿Tiene sal? —el pobre quería vomitar. «Los mato ¿Quién mierda puso sal al bizcocho?»

No quiso ser grosero, pero tenía que escupirlo en una servilleta o ir al baño a vomitar. Los otros dos se culpaban entre sí a empujones ¿Cuál de los dos lo había arruinado más?

—Lo siento, no se supone que quedara así —Jung se lamentaba con la cabeza entre las manos ¿Así cómo ganarían su favor?

—Es saludable —objetó Sam dando una probada al "pastel". En menos de diez segundos lo escupió en una servilleta. Quiso disimular la decepción, pero quedaba clara en su expresión— Bien; hay que tirarlo.

—No pasa nada, yo les enseñaré a hacer pastel. Otra vez —Yunki, a pesar del mal sabor de boca, no se amargaba. Sorprendentemente; no se fastidiaba por nada del mundo ultimamente, su sonrisa denotaba cuán complacido estaba por las buenas intenciones de ambos, aún si el pastel que prepararon para él resultó ser un fiasco, ilusionando a su pancita.

—Oh, Yunki... —«Te vas a enfadar, pero si supieras cuánto bien te ha hecho». Jung apartó el plato y tomó las manos de su novio entre las suyas. Necesitaba valor, siquiera una pista de cómo entrar al tema.

—¿Cómo te has sentido durante las últimas dos semanas? Necesito que hagas memoria —Samu, de brazos cruzados sobre la mesa, fue directo al grano, encrespando al novio sobreprotector.

—Hace siglos no me sentía así —Yunki respondió sin titubeos, llevaba dos semanas de novio con Jung y, aunque sólo los miembros del proyecto 0-YNK lo supieran, estaba orgulloso de alardear al respecto. Su mirada radiante confirmaba lo que ya sabían— Digo; mi estómago ya está bien, no me ha vuelto a doler nada.

—Perfecto, tu salud física es un punto importante. Ahora, hablando de aspectos psicológicos que, recordemos; son muy importantes para tu proyecto —recalcó el médico y psiquiatra inteligentemente— ¿Has notado cambios?

—Sí, obviamente —Yunki perdió la sonrisa, comenzando a dudar al ver a Jung cohibido y cabizbajo como niño regañado, sin soltar su mano—. Soy muy feliz con Jungie. ¿Por qué tantas preguntas? Todo está bien ¿Cierto?

—Sí. Todo está bien —Jung se adelantó, entrelazando sus dedos— Sólo quiero asegurarme de tu bienestar.

—El ataque de pánico que casi te provocó un infarto es un tema serio, Yun; no podemos restarle atención —aquel era un don en Samu; su grave y apacible voz conseguía tratar el tema más difícil concediendo una atmósfera casi íntima y familiar. Era fácil sentirse a salvo en su compañía— Jung se ha visto complicado para abordar el tema; no quiere preocuparte ni causar tu disgusto, pero necesita detalles.

UntermenschWhere stories live. Discover now