20. Sustituto.

265 63 222
                                    

18 de Junio de 253 N.E.

8:20 PM.

La taiga rusa se teñía de verde tras despedirse de la nieve y la luz solar persistía sobre el bosque boreal a causa del verano. León Blanco disfrutaba la vista desde la terraza de su habitación, vistiendo un abrigo de piel que a causa de su tamaño lo hacía parecer un oso polar de espaldas.

De pie alzó la vista, sonriente, disfrutando su juego. Jung lo llamaba. «La paciencia rinde frutos, querido 404; es mi turno de jugar».

—Espero que tengas una excelente excusa —impuso severo, antes de que su pupilo tuviese oportunidad de hablar. Jung estaba profundamente ofuscado.

—¿Por qué? ¿He hecho mal mi trabajo? —salió de su boca con imprudencia, en voz relativamente baja, aproximando la muñeca con el dispositivo de comunicación a su boca para ser discreto. Caminó a un costado del laboratorio por si alguien venía. El sol se había ocultado pero su brillo persistía en el horizonte.

—No has enviado el maldito informe en tres semanas.

—¿Qué? Agh ¿Por qué debería? Si todo está bien aquí ¿No quedó eso claro en el último informe? Uno al mes es demasiado cuando no hay nada que especificar —el siempre servicial 404 llegaba a un límite de paciencia, su tono tornándose insolente a pesar de los persistentes nervios. Su estado de ánimo se descomponía por la presión, tratando de imponerse a pesar del temor que le tenía a quienes manipulaban su vida.

—¿Nada? —encaró sardónico— ¿Y cuándo pensabas notificar la medicación que estás administrando? Supe que solicitaste repuestos. Según mis registros, disponías de suficientes dosis para tres o cuatro meses.

—Ah... —«Mierda. Es verdad, pero ¿Cómo explico por qué quise que pasara inadvertido?», cerró los ojos con fuerza, titubeando, forzado a soltar la verdad— Es cierto, le he dado el medicamento, pero ¿No era mi principal tarea como cuidador? —la pregunta sonó como una amable propuesta. León sonrió orgulloso; lo tenía justo donde lo quería, sus cartas se ajustaban a la situación— Al fin lo convencí, señor; Cero recibe la medicación de forma voluntaria ¿No es lo que querían?

—¿Por qué te viste en necesidad de convencerlo? Siempre dijiste que Cero estaba bajo control a tu cuidado, que la administración de psicotrópicos era prescindible ¿Por qué cambiaste de parecer? Algo pasó ¿No es así?

—Ah... Sí. Tuvo una pequeña recaída ¡Pero nada grave! Y con la medicación-

—Eres imbécil —Espetó con rudeza cortando sus palabras, causándole un sobresalto— ¿Por qué no lo notificaste en el informe tres meses atrás? ¿Te parece que cuidas de una estúpida mascota?

—No es relevante, todo está controlado; mejor que nunca ¿Para qué-

—¿Qué crees saber tú de lo que es o no relevante informar? 404-J ¿Qué demonios has estado haciendo con Cero? ¡Pequeño inútil! ¡Qué hiciste! Dime ¿A qué adjudicas la que tú llamas una "pequeña recaída"?

—Yo, no... No sé.

—¡Es tu culpa! ¿Qué hiciste ese día?

«Ese día...»

Haciendo memoria, aquel alegre día figuraba perfectamente detallado en sus recuerdos; fue cuando aceptó sus sentimientos hacia Yun y se decidió a expresarlos como su cuerpo y corazón querían. Cuando pidió ser su novio y ambos se vieron felices, unidos... La dulzura de aquel día concluyó abruptamente, cuando Yun perdió la razón literalmente de la nada, cediendo a alucinaciones sin precedentes. La esquizofrenia había resurgido ¿De la nada?... O... «¿Fue... Por algo que yo hice mal? Las reglas, quizá...» Tembló expuesto como una pequeña rata traidora; su tutor lo había descubierto de alguna manera.

Untermenschحيث تعيش القصص. اكتشف الآن