23. En Cortocircuito.

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19 de Junio de 253 N.E.

11:30 AM.

—No... Mierda ¡No se la di! —Jung bajó al primer piso de un salto y corrió a ponerse los zapatos, sentado en el suelo ante la entrada.

—¿Estás de joda? —Mimi caminó hacia él estupefacto. De no ser por la presencia de Sam, esos dos hubiesen cedido a los golpes.

—¡Cállate! No es momento para discutir —advirtió el cuidador tan enfurecido como nervioso, encendiendo el proyector del dispositivo de comunicación en su mano— No he recibido alerta por sus signos vitales, así que está bien.

—Sí, sí; ¡Súper bien! —el sarcástico rubio, de pie tras él, le reventaba la paciencia.

—¡Me refiero a que no ha tenido ningún accidente! —«¡Cómo me jodes!» No podía concentrarse en utilizar el dispositivo bajo la mirada de odio de Mimi. Samu tenía los ojos puestos en él.

—¿Tienes su ubicación? —observó Sam, el único de los tres en mantener la calma— Excelente. No lo llames o podría alterarse, mejor vamos. Mimi, ven con nosotros.

—¿Cómo que Mimi? —estático, con el mapa de la isla proyectado sobre la palma de su mano ante los tres, la mirada de Jung ardió con expresión asqueada— Este sólo quiere fastidiarme; que no se meta.

—¿Crees ser el adecuado para hablarle justo ahora? —Hasta Mimi lo entendía mejor que él, cruzándose de brazos con una sonrisa desafiante— Si huyó ha sido de ti, grandísimo idiota; eres el centro del problema, la causa de sus alucinaciones, no pretendemos alterarlo aún más, menos con tu "destacada" inteligencia emocional ¡Ni pensar qué mierda le vas a decir si llega a confundirte con tú sabes quién! Y no será su culpa si lo hace, sino tuya por tu nulo tacto ¡Y no haberle dado el medicamento!

—¡Jung! —el llamado severo de Sam cortó en seco las palabras que iban a estallar desde la boca de 404. Manos en alto y de ceño fruncido, el mayor atajó los ánimos alterados— Mimi tiene razón; déjalo hablar con Yun a él primero, hasta que se calme y el medicamento haga efecto. Tú, por cierto, también precisas de algo de claridad si es que pretendes hacer las paces, porque así como estás sólo vas a empeorar todo.

—¡Aaa~gh! —frustrado hasta la médula, bramó a viva voz deseando arrancarse la cabeza. Pasó por la cocina para tomar algunas cosas, abrió la puerta de la casa y caminó a paso firme y veloz hacia el exterior, seguido por los otros dos— ¡Bien! Mi-mi~ Vamos. Yunki está... Jo~der~ ¿Por qué fue hasta allá?

Estaba lejos, por decirlo amablemente...

Estaba lejos, por decirlo amablemente

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12:45

Tras una caminata de una hora a través del bosque, el terreno ascendía despejado de árboles. La forma alargada de la isla culminaba hacia el norte con el cráter del volcán extinto que le dio forma, donde la roca volcánica impedía a la alta vegetación echar raíces y concedía a la hierba tierna suficiente terreno soleado y brisa húmeda para crecer. Justo en la parte alta, en el borde pedregoso erosionado del cráter que se había vuelto un pequeño lago de baja profundidad y aguas turquesa, estaba Yunki; sentado en el suelo, en compañía de una tortuga gigante que pastaba tan serena como la brisa. Él y el gentil reptil de más de un metro de alto debían tener la misma edad... También, la misma escasa energía.

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