Dos chicos superhéroes.
Dos lindas chicas, hijas del villano.
Ninguno de los dos grupos conoce el secreto del otro.
Si tan solo supieran...
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Billy Batson y su inseparable amigo, Freddy Freeman, se enfrentan a un reto típico para cualquier ad...
El ambiente hogareño de aquella cena de pre-Navidad se había desvanecido en un instante, mientras Georgia y yo bajábamos las escaleras detrás de papá, en dirección a su laboratorio en el sótano. Había dado a entender que nuestro verdadero regalo nos estaba esperando, pero que solo podía entregárnoslo allí.
Los sótanos no solían producirme tanto malestar como las alturas, pero en aquella situación no pude evitar cierta sensación inquieta, como de aprensión. Algo andaba mal. Aquellos relojes inteligentes eran un regalo estupendo, ¿pero para qué poner dentro esos cristales? ¿Y por qué llevarnos al laboratorio después?
Y, sobre todo, ¿¿por qué había que hacer todo aquello a escondidas de mamá??
Era la primera vez que estaba en el laboratorio de papá desde que este había vuelto a casa. Durante su ausencia, en el pasado, sí había bajado bastantes veces a buscar a Georgia, que había hecho de él su guarida particular; y ella había arrinconado las cosas de papá, convirtiéndolo en un sitio desordenado y caótico, pero también menos intimidante.
Pero ahora ya apenas se notaba la huella de Georgia y nuestro padre había recuperado su espacio. Nos dijo que esperásemos allí mientras acababa de preparar el material, y las dos nos quedamos solas en aquel lugar tan extraño. Contemplé, aturdida, las runas mezcladas con ecuaciones dibujadas con tiza en las paredes, así como las pilas de antiguos libros sobre magia y espiritismo alternándose con volúmenes modernos de física e ingeniería, acumulados junto a un potente ordenador de última generación.
—¿Siempre ha sido así esto? —susurré hacia Georgia, quien me respondió con gesto socarrón:
—Muy ecléctico todo, ¿verdad? Sí, desde que volvió, a papá le gusta mezclar estilos... aunque eso es nuevo —añadió, señalando algo al fondo del laboratorio.
Llevadas por la curiosidad, nos acercamos a ver qué era. Se trataba de un aparato rarísimo, formado por una columna alta y estrecha rodeada enteramente de alambre de cobre y montada sobre un pedestal cuadrado con una parte cóncava encima. En la parte superior de la columna, había otra pieza más grande formada por un cable acerado y enrollado en forma de toroide. O lo que se conoce más comúnmente como "forma de donut".
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—Es una bobina de Tesla —indicó mi hermana, fascinada por todo lo que fuera científico.
—¿Qué es eso?
—Transforma la energía en cargas eléctricas de alto voltaje, creando potentes campos eléctricos. Construí una cuando era pequeña, para una feria de ciencias; pero nunca había visto una tan grande de cerca, solo en imágenes y vídeos.
—No os acerquéis demasiado, niñas —oímos la voz de papá, sentado en un escritorio a unos pocos metros y tecleando algo en un laptop que estaba conectado al aparato mediante unos enrevesados cables. Ya no era más el padre sencillo y atento que había visto en la cena, ahora era de nuevo el severo científico.
