Love and war (Shazam!)

11. Intocable

-Belle-

Tras un rato, Georgia tuvo que ponerse sus auriculares de cancelación de ruido. Había protestado varias veces exigiendo que nos callásemos, pero estábamos tan picados con nuestra partida de la última versión de KoF que no le hacíamos caso.

—Sí que deberíamos bajar la voz. Con tanto grito, vamos a llamar la atención de vuestros padres... —dije distraídamente, ya que la mayor parte de mi atención estaba puesta sobre el juego.

—Se creerán que viene de la habitación de Eugene... ¡Nooo, mierda! —se lamentó Freddy, después de que mi personaje destrozase al suyo con un sangriento golpe—. ¿Cómo puedes ser tan buena en esto, siendo una chica?

—Eso es muy machista. —Le di un suave codazo de broma.

—Pero tiene razón —comentó Billy—. No porque seas una chica, pero sí que eres buena, nunca me lo habría imaginado. ¿Cómo es que se te dan tan bien los videojuegos?

—Dos años encerradas en casa, chaval —reí, mientras mi personaje hacía el baile de la victoria sobre el cadáver del personaje de Freddy—. Al final te cansas del piano y te pones a practicar otras cosas. A escondidas de mi madre, claro...

—¿Habéis estado dos años encerradas en casa? —repitió Freddy con gesto sorprendido, y yo me quedé paralizada. Sin Georgia atendiendo para detenerme, poco había tardado en meter la pata— ¿No dijiste el primer día que habíais estado en aquel internado?

—Sí, es para que la gente no se extrañe —admití, incapaz de decir otra cosa. Mentir siempre se me dio fatal, e improvisar mentiras convincentes, aún peor.

—¿Pero por qué habéis estado encerradas en casa?

—Por... un tema familiar... —mascullé, deseando que Georgia se percatase de la conversación y acudiese en mi ayuda, aunque después me echase la bronca por mi lapsus. Con manos temblorosas, le pasé el mando de la consola a Billy—. Tu turno.

—¿Qué clase de tema fa...? —insistió Freddy, pero Billy le cortó con tono serio:

—...No es asunto nuestro, Freddy —dijo, y después se inclinó sobre su hermano—: ¿No te das cuenta de que no quiere hablar de eso? —le oí susurrarle, y me sentí llena de agradecimiento y afecto hacia él por ser tan considerado.

Por suerte, Georgia, aunque no había escuchado lo que estábamos hablando, casualmente eligió aquel momento para hacer una de sus peticiones:

—Necesito café —dijo, quitándose uno de sus auriculares. Yo respiré aliviada: aquello nos permitiría cambiar de tema.

—No creo que nuestros padres nos dejen tomar café ahora: es casi la hora de cenar —objetó Billy.

—Pues yo necesito cafeína para seguir —dijo Georgia—. ¿No tenéis refrescos tipo Monster o Red Bull?

—No sé, algo tendremos... —respondió él vacilante.

—Sé bueno y ve a mirar, porfa —pidió ella, y Billy se levantó resoplando y salió del cuarto. Freddy se la quedó mirando con cara malhumorada.