Mis ojos [Parte II]

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Dozens:

—Mierda... —suelto echando la cabeza hacia atrás mientras aprieto las manos a mis costados para no coger sus cabellos y llenarle la garganta con mi polla.

El control se burla de mi ante cada sonido erótico que suelta cuando intenta meterme por completo en su boca.

—Oh, dulce... —siseo con su lengua recorriéndome la longitud y luego rodeando mi glande con movimientos circulares antes de dejarme ir tras una succión.

¿Dónde carajo quedó el aura corrompible que poseía cuando la conocí?

La mujer frente a mí, que permanece sobre sus rodillas mientras le follo la boca, no tiene ni una pizca de inocencia en su ser.

Aún no decido si me gusta o no.

—Quédate conmigo, baby. —murmura sobre mi piel, soltando pequeños besos, apartándome de mis pensamientos.

Bajo la vista y la imagen que me entrega es lo suficientemente caliente como para tener que tensar mis bolas evitando correrme en ese instante.

Una de mis manos se pierde entre sus cabellos y sonríe antes de llevarme nuevamente a su boca.

Me lame y me succiona manteniendo mi estado jadeante mientras sus manos abarcan las partes de las que mi polla no entra en su boca.

»¿Te gusta?

Puedo oír su pensamiento mientras me lleva a lo profundo y jadeo antes de asentir cuando hace algo con su garganta.

Es como si me ordeñara por dentro.

—Lo hace, cariño, claro que lo hace. —vuelvo a dejar caer mi rostro hacia atrás, buscando bocados del aire que me parece faltar.

Débilmente termino corriéndome en su boca y a ella le brillan los ojos mientras traga todo lo que sale de mi.

»Dame más, baby...

Escuchar sus putos pensamientos me calienta rápidamente y salgo de su boca para alzarla entre mis brazos, llevándola a la habitación.

Ella me sonríe en silencio mientras acaricia mis cabellos con tranquilidad aunque sus palabras sucias llegan a mi a través de nuestras mentes.

Me deja desnudarla, temblado bajo mi toque cuando rasgo sus prendas y gimotea fuertemente cuando mis labios me desplazar por su piel.

—Te quiero sobre mis sábanas, Yanirit... —murmuro su nombre con voz ronca.

Sus ojos conectar con los míos y por la fascinación en ellos sé que mi mirada es roja, puedo oler su excitación y escuchar con la sangre se acelera en sus venas, sus párpados se dilatan de gozo aunque mis manos aún permanecen en su cintura.

Bajo hasta mis rodillas, lentamente, besando cada parte expuesta de su piel y pasando en medio de sus cimas que se mantienen erguidas en busca de atención —pero las dejaré para más tarde—, beso su abdomen sintiéndola retener el aire, vuelvo a subir lamiendo el camino y bajo nuevamente, jugando con su cordura.

Mi mano asciende de su pantorrilla a la parte trasera de su rodilla, alzándola y llevándomela a hombro.

Frente a mí, expuesta, sonrojada y con mis pensamientos sucios en donde mi lengua, mis dedos y sus pliegues se encuentran involucrados.

Dame una noche más [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora