Sueños I

124 10 7
                                    

Me toca.

La respiración acelerada me hace querer moverme y gimo ante la estocada que se clava en mi centro, expandiéndome y rasgándome por la poca lubricación.

Siento el cuerpo pesado de un hombre sobre el mío y la sensación de unos cabellos rozando con mi rostro me hacen querer abrir los ojos, pero no veo nada.

Intento mover mis manos y el sonido de un tintineo me hace saber que estoy maniatada.

—Quiero ver... —jadeo y me sofoco cuando succiona la piel de mis pechos.

No dice nada, y lo único que capto es su respiración mientras me embiste con su gruesa polla que entra con dificultad en mi vagina.

Me aprisiona y gimo con ganas al sentir su mano rodear mi cuello.

—Sí, por favor sí. —una bofetada me recibe que en lugar de descolocarme consigue que me moje aún más.

—Esto es lo que te encanta. —no pregunta, lo afirma y me estremezco cuando a sus embestidas se unen sus dedos grandes contra mi clítoris.

Reconozco la voz, jodidamente lo hago, ¿Quién carajo no reconocería esa voz, ese acento y esa aura dominante?

Ilenko Romanov...

Me vuelvo una perra fácil y saboteable frente a él. Él demanda y yo sigo.

Sus medidas comienzan a resbalar entre mis pliegues y gimoteo para él.

Me muevo buscando más y acato su negativa cuando golpea mi cuerpo a mano tendida.

—¿Quién es mi puta? —pregunta a mi oído y me estremezco.

—Soy tuya, Ilenko —le respondo y a pesar de no ver su rostro sé que mi respuesta le ha gustado.

—Buena chica. —me felicita corriéndose en mi interior y lo aprieto con mis paredes, ordeñando hasta la última gota.

No me desata, ni me quita el antifaz, tampoco se lo pido pues por algo me los ha colocado.

Sale de mi interior y palmea mi monte de venus un par de veces antes de girarme y ponerme sobre mis rodillas.

Su semen se me escurre por las piernas y gruñe mientras siento sus manos tomar lo que se cae y volver a introducirlo metiendo sus dedos en mi, que me hacer vibrar.

—Que no se salga, Victoria. —ordena y alzo mi trasero, curvando mi pecho contra el colchón para evitar que vuelva a suceder.

Acaricia mis muslos complacido con mi obediencia y el apretar mis paredes solo causa que mi líbido se mantenga, me siento llena y el calor en mi estómago permanece mientras lo escucho levantarse y movilizarse por la habitación.

La posición me cuesta, en especial con las esposas tirando de mis muñecas, pero permanezco por la orden de Ilenko.

Sé buena y obediente, entonces te premiarérecuerdo haberlo oído decirme eso, por lo que persevero.

—Muy bien, muñeca, yo me encargo. —lo escucho decir y palmea mis muslos para que los relaje.

Introduce algo frío en mi, pero no me inmuto hasta obtener su aprobación.

Dame una noche más [+18]Where stories live. Discover now