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Kelly Brown

Unas semanas después.

Se sentó a mi lado, tenía los ojos rojos por la sal del mar y su cabello seguía húmedo. Ninguno de los dos se molestó en emitir palabra alguna durante un rato. Aunque tenía esas dos palabras en la punta de la lengua.

Lo siento. -mencionamos al mismo tiempo, finalmente. Volteamos a vernos y sonreímos.

Lamento haber abierto la herida, estaba cabreado porque tenias razón. -admitió, entregandome un trozo de sandía. Lo recibí.

Y yo lamento haberme pasado de la raya. -reí-. Aunque lo merecías. -aclaré y rodó los ojos-. ¿Hablaste con ella?

Supongo. -se rascó el cuello y una sonrisa misteriosa curvó sus labios.

¡Suéltalo, Blackway! -ordené expectante.

Eres la primera en saberlo, espero que seas discreta. -advirtió.

Tienes mi palabra. -prometí.

Regresamos. Bueno, algo así. -respondió finalmente. Jayden y su nula capacidad de dar detalles para hacer más emocionante el momento.

¿Estás feliz? -pregunté, aunque su sonrisa babosa lo delataba.

La echaba de menos. -admitió-. Me siento bien.

¿Feliz? -insistí.

Eufórico. -puntualizó alzando las manos dramáticamente, sonriendo abiertamente. Reí levemente.

Estoy feliz por ti, mi querido Jayden. Jamás te había visto tan alegre. -admití, soltando un leve puñetazo en su brazo.

Es gracias a ti. -sonrió abiertamente-. Gracias, Kelly, eres mi mejor amiga y sabes que te quiero, ¿verdad?

Lo sé. -sonreí complacida-. Espero que me invites a la boda.

Dalo por hecho. -rió.

Muy bien. -asentí.

¿Vas a hablar con él? -preguntó luego de un rato de silencio. Sabía a qué se refería y me daba pánico solo pensarlo. Sabía perfectamente que, después de arriesgarme de ese modo, lo primero que haría sería tomar un vuelo a Canadá y comenzar con el tedioso proceso de: <<olvidar>>. Pero tenía miedo, porque ya no me imaginaba viviendo sola. Sin Jayden. Sin Bruno.
Y, peor aún, nunca sabría cómo sería besarlo.

El susodicho marcó presencia a mi lado y Jayden me dedicó una mirada burlesca.

Estás rojísima, Hopps. -comentó tocando mi hombro, que efectivamente estaba rojo por culpa del sol. Porque yo no me quemaba en tonos beiges a cafés, sino en tonos del rosado al rojo.

Como una langosta. -añadió el pelinegro.

Reí y me dolió el estómago de solo imaginarme en Canadá, sin ellos. Sin sus chistes, sin su esencia.

Déjenme ser. -dramaticé, a lo que ambos respondieron con una sonrisa.

Vale, los dejo. Tengo cosas que hacer. -comentó Jayden levantándose.

Admiré su perfil por un momento y me senti desconcertada, ahogada. ¿Cómo es posible sentir tanto por alguien sin la necesidad de recibir algo a cambio? Porque no ser correspondida es algo jodidamente doloroso, pero también es hermoso. Es un sentimiento puramente altruista. Pero duele de todas formas, porque nunca va a ser realmente consciente de todo lo que harías por él, cosa que no parece ser suficiente. Es ir a la guerra sin escudo ni armadura. Un fracaso inminente. Pero no hay un momento exacto en el que seas capaz de frenarte, de poner un alto, de no exponer el corazón. Mucho menos con él, porque era la persona de corazón más puro que yo había conocido, con todo y sus rasguños. Y lo merecía todo, maldita sea, pero yo solo podía regalarle mi inestable y efímera existencia.

Bruno: Huellas Del Pasado [Help #3]✔Where stories live. Discover now